Una
organización internacional de investigación
de salud reproductiva ha contratado a una asesora local para
hacer una investigación sobre la prestación
de servicios de planificación familiar. Su trabajo
es diseñar y dirigir un estudio basado en clínicas
para medir indicadores estándar de la calidad de la
atención médica. La asesora nota que uno de
los componentes críticos de la investigación
será la observación de las interacciones entre
clientes y proveedores.
Con
su íntimo conocimiento del sistema de salud local,
la asesora nota que los observadores que debe contratar y
capacitar tendrán que equilibrar la neutralidad de
la observación y la defensa para el bienestar de las
clientes. De hecho, durante la prueba previa a la aplicación
del instrumento de recolección de datos de observación,
la asesora observa muchos casos de mala de atención.
Por ejemplo, algunos proveedores no mencionaron los efectos
secundarios del método elegido por las clientes o respondieron
erróneamente a las preguntas de las clientes. La asesora
no intervino en estas situaciones. Sin embargo, comenzó
a preocuparse acerca de la manera en que sus observadores
tratarían problemas más graves que pudieran
presenciar, tales como que los proveedores no se lavaran las
manos entre exámenes pélvicos o antes de la
inserción de un dispositivo intrauterino (DIU).