Mayo del 2005. 04:32 PM
El automóvil estaba simplemente atascado en el lodo. Estaba lloviendo y los caminos se habían convertido en un lodazal. No me refiero a ese lodo líquido, como agua achocolatada. Era lodo pegajoso, como una masa, con grumos, de ese que se pega a la suela de los zapatos y te hace difícil caminar. Las ruedas del automóvil giraba y giraban sin avanzar, haciendo caer una lluvia de lodo detrás que se confundía con la lluvia que caía en la Zona Norte.
Era necesario pedir ayuda. Pablo y los entrevistadores más intrépidos tomaron los paraguas y los ponchos de lluvia y salieron al camino a buscar un buen samaritano. Las siluetas de los tres hombres desaparecieron en la lluvia. Nuevamente, nos volvimos a quedar solos, escuchando el sonido de la lluvia caer fuertemente en el techo del automóvil.
Me quedé dormido... viendo caer las gotas en el cristal. Hace mucho tiempo que no dormía observando la lluvia.
Un sonido ronco me despertó sobresaltado. ¿Fue eso un trueno? No estaba seguro. Traté de identificar el origen del sonido, sin mucho éxito. Sólo lluvia y lluvia. ¿Acaso lo habré soñado?