En los años
60 y 70, muchos países promulgaron leyes y reglamentos
para dar a conocer y evaluar datos sobre la seguridad, la calidad
y la eficacia de nuevos productos médicos. A pesar
de que los distintos sistemas reguladores se basaron en las
mismas obligaciones básicas, los requisitos no fueron
uniformes. En
1990, una serie de representantes de los organismos reguladores
y asociaciones industriales de Estados Unidos, Japón
y Europa se reunieron y formaron la Conferencia Internacional
sobre Armonización (International Conference on Harmonization,
ICH), con el objetivo de estandarizar el proceso mediante
el cual se desarrollan, se prueban y se lanzan al mercado los
nuevos medicamentos. En 1996 la ICH finalizó la Pauta
para la buena práctica clínica (Good Clinical
Practice, GCP). La introducción a la pauta estipula
que la GCP es “un estándar de calidad científica
y ética internacional para el diseño, realización,
registro y presentación de informes sobre pruebas con
sujetos humanos”. Numerosas compañías farmacéuticas
han adoptado la GCP como estándar para la realización
de pruebas clínicas.
La
Pauta de la ICH requiere que un comité de ética
revise la prueba y que se obtenga el consentimiento
informado de los participantes. Además, la Pauta
detalla las responsabilidades del patrocinador de la
investigación y del investigador que la realiza.
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