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A propósito del 11 de julio Día Mundial de la Población

El Centro Centroamericano de Población (CCP) se suma a la conmemoración del día mundial de la población, con las siguientes reflexiones sobre la que bien puede ser la cuestión demográfica actual más importante para Costa Rica: la ultra-baja fecundidad alcanzada por el país en 2021 y 2022 cuando llegamos a 1,3 nacimientos de tasa global de fecundidad, o 1,1 nacimientos si se excluye del cálculo a las inmigrantes. Muy pocos países en el mundo –Corea del Sur, Taiwán y Ucrania– tienen una fecundidad más baja que la de Costa Rica.

Uno de los primeros retos de esta muy baja natalidad será la superación (en el plano ideológico, político y de opinión pública) de los discursos estridentes de orden apocalíptico que han ocurrido en otros países, alimentados por casi siempre estériles debates pro-natalistas y anti-natalistas, teñidos de riesgosos nacionalismos xenofóbicos y posturas discriminatorias hacia ciertos grupos de población. Estos discursos y debates de base más especulativa que científica, traen también la consecuencia de ralentizar la acciones que los Gobiernos y la Sociedad civil debieran procurar y anticipar para asegurar la calidad de vida y los servicios que las diversas poblaciones requieren, ante tal escenario demográfico, en el corto y mediano plazos.

Los discursos estridentes deberán ceder el espacio a lo que la evidencia científica aporta, tanto para explicar esta condición de extraordinaria baja fecundidad, como a la rigurosa estimación de los posibles escenarios sobre sus consecuencias, en tanto retos y oportunidades que el país enfrentará a futuro cercano.

Hallazgos inéditos de una investigación en curso en el CCP sobre la ultra-baja fecundidad del país muestran que esta condición es la culminación de un proceso secular, iniciado hace 70 años, de rápida transición demográfica que llevó a valores de fecundidad de remplazo en 2002 (tasa de 2,1 hijos) y ahora de ultra-baja fecundidad en 2021 (tasa de 1,3). Esta última se debe principalmente a una caída notable en la natalidad adolescente y de mujeres jóvenes que bien podría ser simplemente una posposición de nacimientos a edades mayores. En este escenario de posposición cabría esperar que en el futuro la tasa se eleve a niveles en torno a los dos hijos por mujer. Pero un escenario alternativo plausible es que las jóvenes costarricenses no están posponiendo la maternidad sino que están renunciando a ella, en cuyo caso la fecundidad del país permanecerá en niveles ultra-bajos o incluso se reducirá aún más.

Con ambos escenarios de fecundidad y la indagación del aporte plausible de la migración internacional, cabe preguntarse qué se esperaría para los próximos 50 años, a partir de una población actual de poco más de 5 millones. Los resultados sugieren que la población del país no llegará a sobrepasar los 5,6 millones de habitantes y que dentro de dos o tres décadas empezará a disminuir; aunque internacionalmente saldos netos migratorios positivos han permitido balancear los efectos del decrecimiento en la natalidad.

De lo anterior, se desprenderían cambios y consecuencias que el país deberá aprovechar y atender de forma adecuada, principalmente: la disminución ya en marcha de la población infantil y juvenil, demandante de educación y nuevos empleos; la caída progresiva de la población adulta, generadora de producción e ingresos fiscales y aportes a la seguridad social; y el crecimiento sostenido de la población adulta mayor, receptora de pensiones y gran consumidora de servicios especializados de salud.

A estos cambios, cabe resaltar también que la reducción en la fecundidad adolescente continuaría favoreciendo la salud en general de las mujeres jóvenes y promoviendo su permanencia en el sistema educativo, con sus consecuencias futuras en el cierre de las brechas sociales y económicas de género en el corto y mediano plazo. Políticas de equidad de género –como las licencias de paternidad, acceso universal a redes de cuido, promoción de equidad en el uso del tiempo en labores del hogar, y mejor acceso a fuentes de trabajo para las mujeres– podrían también agregar una fuerte incidencia en las mencionadas tendencias futuras de la fecundidad en Costa Rica.

Ante este panorama y a la espera del aprovechamiento de la información del más reciente Censo Nacional, que está muy pronto a conocerse, este Día Mundial de la Población se presenta como una oportunidad para posicionar el debate, ojalá bien fundamentado en datos, sobre la población y sociedad costarricenses que tenemos y tendremos a futuro, y la adopción de las políticas apropiadas que se requieran.

Centro Centroamericano de Población

Universidad de Costa Rica

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