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Entrada 8. Blog Estadísticas Públicas

Enviado por GILBERT.BRENES el Vie, 03/03/2023 - 15:24

Tendencias en la situación económica de los hogares de personas adultas mayores en Costa Rica

Resumen:

  • Durante los años de la pandemia (2020 y 2021), desapareció la brecha en la incidencia de pobreza entre hogares con personas mayores y hogares sin ellas.
  • Pero en 2022, la brecha aumentó al mayor nivel de los últimos 10 años.
  • Los hogares de personas mayores dependen cada vez más de ingresos provenientes de pensiones y subsidios estatales (transferencias) y menos del ingreso laboral
  • Esta tendencia se debe al incremento sostenido en la población de 65 años y más clasificada como inactiva (por ej., pensionados, oficios domésticos) y un estancamiento en la población ocupada de esa edad.
  • La sostenibilidad de los sistemas previsionales no solo dependerá del envejecimiento poblacional, sino de cambios en las posibilidades del mercado laboral.

 

Como lo menciona el II Informe del Estado de Situación de la Persona Mayor en Costa Rica (UCR et al., 2020), a finales del siglo XX Costa Rica era uno de los pocos países de América Latina en el que la pobreza era más frecuente en hogaers de personas mayores que en hogares con solo personas jóvenes.  Sin embargo, a principios del siglo XXI el país había logrado disminuir esta brecha (con excepciones en 2014/2015 y en 2019, último año para el que se presentaba estimaciones).  Los datos de este informe se referían a los años antes de la pandemia por COVID-19.  ¿Cambiaron algunos de los indicadores sobre bienestar económico de las personas mayores durante la pandemia y después de ella?  Esta entrada discute las tendencias recientes de estos indicadores.

En primer lugar, durante 2020, en el año de más restricciones sanitarias en Costa Rica, se cerró la brecha antes mencionada (Figura 1).  Esto se debe a que la proporción de hogares en pobreza creció más en los hogares sin personas mayores que en hogares con ellas.  En otras palabras, parece que las limitaciones económicas debidas a la epidemia afectaron más a los hogares con solo jóvenes.  Sin embargo, la brecha se empezó a ensanchar en 2022, llegando a casi 5 puntos porcentuales (21.6% y 26.3%, respectivamente); esta diferencia tan grande no se había observado en los últimos 10 años. Este ensanchamiento de la brecha se debe a que el promedio del ingreso per cápita del hogar creció más en los hogares en los que no reside una persona mayor.

 

 

FIGURA 1. Porcentaje de hogares clasificados como pobres, según si hay presencia de personas mayores, 2012-2022.

 

Figura 1

Fuente: INEC: ENAHOs 2012-2022

 

Ahora bien, la ventaja relativa que tuvieron los hogares con personas mayores durante la pandemia se debe a sus principales fuentes de ingreso.  El informe (UCR et al., 2020) ya hacía notar cómo los hogares con personas de más edad dependían cada vez más de las transferencias monetarias, sobre todo del Estado: pensiones por jubilación, pensiones del Régimen No Contributivo, y otros subsidios por parte de entes estatales (Figura 2). Del total de ingresos de los hogares con personas de 65 años y más, la porción referida a las transferencias ha venido creciendo desde 2012.  Así, por ejemplo, en 2012, el 27% de los hogares con personas mayores provenían de transferencias; en 2022, este porcentaje creció a 38%.  Por el contrario, el porcentaje debido a ingresos laborales disminuyó de 61% a 55% en esos 10 años.  La tendencia se vuelve más pronunciada si se analizan los individuos.  En 2012, el 59% de los ingresos de costarricenses de 65 años y más se obtenía de pensiones y otras transferencias; en 2022, esta cifra subió a 77%; por el contrario, la proporción de ingresos de estas personas debido a sus actividades económicas disminuyó desde 28% a 16%.

 

FIGURA 2. Importancia relativa de las transferencias y el ingreso laboral sobre los ingresos de los hogares y la personas, según presencia de personas mayores, 2012-2022.

Figura 2

Fuente: INEC: ENAHOs 2012-2022

 

La creciente predominancia de las pensiones en el ingreso de hogares de personas mayores explica su resiliencia económica durante la crisis sanitaria, pues el monto de las pensiones y los subsidios del IMAS no fueron afectados por las limitaciones en el presupuesto público en 2020 y 2021.  Evidentemente, los hogares que dependían primordialmente de ingresos provenientes del trabajo ya sea de personas mayores o de personas más jóvenes se vieron desproporcionadamente afectados durante esos años.  Pero esta dependencia cada vez mayor a las pensiones y subsidios estatales también se convierte en un riesgo en una época en la que se mezclan cierto grado de recuperación económica del sector privado y restricciones presupuestarias en el sector público, pues dichos ingresos podrían crecer menos que los salarios. El incremento en la brecha de pobreza podría entonces conducirnos hacia el pesimismo.

De hecho, el aumento en la importancia relativa de las transferencias está fuertemente relacionado con la aceleración en el crecimiento de la población de 65 años y más y los cambios en el mercado laboral que reducen las oportunidades en los sectores en los que trabajaban las personas de más edad (agricultura, servicios, comercio informal).  Nótese como, desde el 2015 ha habido un aumento sostenido de personas adultas mayores clasificadas como inactivas, particularmente entre las mujeres (Figura 3).  Por el contrario, el número de personas ocupadas de 65 años y más en 2022 aún es menor a la cifra correspondiente a 2018; en otras palabras, el empleo en personas de mayor edad no ha alcanzado a los mejores niveles que se observaron antes de la pandemia.

 

FIGURA 3. Población de 65 años y más, según condición de actividad económica, 2012-2022.

 

Figura 3

Fuente: INEC: ENAHOs 2012-2022

 

Conclusiones

El proceso de envejecimiento poblacional por sí solo no se traduce directamente en problemas de sostenibilidad en los sistemas de previsión social si la flexibilidad del mercado laboral permite seguir generando ingresos.  Sin embargo, en Costa Rica sí se vislumbran problemas de sostenibilidad en el sistema público de pensiones pues la crisis sanitaria por la COVID-19 aceleró estos procesos: la población de personas de 65 años y más en condición de inactividad económica ha venido creciendo a mayor ritmo que la población ocupada.  Este fenómeno es más palpable entre las mujeres, pues una proporción considerable de la población femenina de estas generaciones durante su juventud permanecía inactiva (amas de casa) o trabajaba en ocupaciones por las que no se cotizaba al régimen de “Invalidez Vejez y Muerte” (IVM) de la CCSS.  En otras palabras un grupo mayoritario de las mujeres mayores dependerán de las pensiones de sus parejas, de las pensiones por viudez o de las pensiones del Régimen No Contributivo. 

Si bien es cierto el aumento en la edad mínima de jubilación podría desacelerar esta tendencia, esta solución podría tener un impacto limitado por las inequidades del mercado laboral costarricense que fomentan el crecimiento de la población femenina inactiva.

 

Referencias:

UCR, CCP, PIAM, CONAPAM (2020). II Informe Estado de Situación de la Pesona Adulta Mayor en Costa Rica. San José, CR: UCR, 2020.

 

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