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Resultados de una Encuesta Nacional de Salud Reproductiva

Salud Reproductiva y Migración Nicaragüense en Costa Rica 1999-2000


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Resumen Ejecutivo

La Encuesta Nacional de Salud Reproductiva y Migración de 1999-2000 (ESR-99) es la primera encuesta que recoge información acerca del comportamiento reproductivo de la población residente en Costa Rica que se lleva a cabo desde la salida de la Agencia Internacional de Desarrollo (AID), entidad que ha financiado mayormente este tipo de esfuerzos en el pasado.  La última encuesta de salud reproductiva se realizó en 1992-93. 

También es la primera encuesta con representatividad nacional sobre los inmigrantes nicaragüenses. El Centro Centroamericano de Población de la Universidad de Costa Rica llevó a cabo la ESR-99 con el fin de obtener información reciente de las características reproductivas y de salud que sirvieran para orientar las políticas de salud del país.  La ESR-99 es similar a las anteriores con relación a la información que se obtiene.  Sin embargo, la encuesta recoge además información dirigida a caracterizar la población que ha inmigrado desde Nicaragua.  Se entrevistó un total de 1612 mujeres entre 18 y 44 años de edad, donde además se obtuvo información detallada acerca de la composición del hogar de estas mujeres.  De este total, 1029 mujeres corresponde a una muestra con representatividad nacional, llevada a cabo con base en una selección probabilística y multietapica.  Las restantes 583 mujeres representan una muestra únicamente de nicaragüenses, obtenida de una selección enfocada a áreas con mayor concentración de la población inmigrante nicaragüense de todo el país.  La selección fue también probabilística y multietápica.

La primera parte del análisis que se presenta en este informe toma en cuenta únicamente la muestra general de 1029 mujeres, la cual es comparable a la muestra de la Encuesta Nacional de Salud Reproductiva de 1992-93 (ESR-92).  Las mujeres entrevistadas en 1999 son en promedio más viejas que las entrevistadas en la ESR-92, y más de la mitad residen en el área rural.  El aumento en el nivel educativo refleja las mejoras ocurridad en el país en este campo.  En 1999 se observó también una disminución en el tamaño de los hogares donde residen las entrevistadas.

Los indicadores de salud analizados evidencian una mejora en el perfil de la salud materno infantil costarricense en comparación con los que se tenían para 1992.  Sin embargo, hay algunos para los cuales la situación de salud se mantiene invariable.

Hay importantes aumentos en las actividades de salud preventivas, tales como, el Papanicolau, el autoexamen de los pechos (aunque en menor grado), la cobertura de vacuna contra el Tétanos y  de vacunación en los niños menores de cinco años.

Elevados porcentajes de consulta médica en el último año (81%) y en los últimos cinco años(97%), evidencian el buen acceso que tienen los costarricenses a la medicina moderna.  El aumento en el uso de los servicios de salud del país se refleja en un importante aumento en el porcentaje de mujeres que tuvieron, para su último hijo nacido vivo, un control prenatal adecuado y un porcentaje alto (similar al de 1992) de atención profesional en el parto.

También son reflejo de las campañas que se han venido realizando en los últimos años, el aumento en el porcentaje de madres que amamantaron a su último hijo nacido vivo por al menos tres meses y la reducción del tabaquismo entre las mujeres en edad fértil.

Por su parte, permanecen prácticamente sin variar el porcentaje de niños con bajo peso al nacer y el porcentaje de niños que reciben una atención médica adecuada para resolver sus problemas de salud, ya sea, fiebre/tos, diarrea o ambas.

Para la mayoría de los indicadores señalados son claras las diferencias según las características de las mujeres entrevistadas y el comportamiento es muy parecido al presentado por la encuesta de 1992:  las mujeres con mayor educación y en zonas urbanas presentan mejores índices de salud.

La prevalencia anticonceptiva aumentó de 75% a 80% entre 1992 y 1999, a pesar de la salida de la AID del país.  El aumento fue especialmente entre las mujeres jóvenes y con anticonceptivos hormonales.  Como contrapunto, el uso del condón disminuyó de 16% a 11%.

Se está dando un proceso paulatino de privatización y desmedicalización de la planificación familiar.  La fracción que se abastece del sector público bajó de 77% a 72%, y la proporción que aprendió a planificar en un servicio de salud bajó de 20% a 14%.  Es insignificante la participación de los EBAIS (2%) en la provisión de servicios de planificación familiar.

La anticoncepción de emergencia sigue siendo un secreto conocido por muy pocas personas (3% ha oído hablar de ella).

La mayor barrera de acceso a la planificación familiar, no se debe a la falta de establecimientos, sino que se encuentra dentro de las clínicas.  El tiempo mediano de viaje a la fuente de abastecimiento es de 20 minutos, tanto en zonas rurales como urbanas, y en el sector público y privado, en tanto que el tiempo mediano de espera dentro del establecimiento es de 120 minutos en el sector público, comparado con 15 minutos en el sector privado.

No se encontró cambio en la fecundidad no deseada (el 51.6% de las mujeres en la muestra manifestó no desear más hijos), como tampoco en la concordancia en los deseos de la pareja (alrededor del 75% de las mujeres perciben que su compañero está de acuerdo con ellas).

Se produce un cambio importante en el deseo de espaciamiento de los hijos: disminuye el porcentaje de mujeres que indican desear períodos superiores a los 24 meses y aumenta sustancialmente el porcentaje de las que indican períodos inferiores a los 24 meses (de 33.9% a 59.7%).

El porcentaje de mujeres que no desean un nuevo hijo aumenta levemente (de 49.8% a 51.6%) y el número deseado de hijos mantiene la tendencia que ha mostrado desde 1964, al disminuir de 3.4 a 2.7 (p<.001).

La religión y el número de hijos tenidos vivos se asocian, en 1999, al deseo del último embarazo y al deseo por un próximo embarazo. Conforme aumenta el número de hijos tenidos vivos se muestra un mayor porcentaje de mujeres que no desearon su último hijo y un mayor porcentaje que no desea un próximo hijo; la religión católica provoca un mayor porcentaje de mujeres que dicen haber deseado su último hijo y un mayor porcentaje de mujeres que desean un próximo hijo.

La edad solamente se asocia en forma congruente con el deseo de un próximo embarazo: a mayor edad, menor proporción de mujeres desean un próximo embarazo. El rechazo del último embarazo es proporcionalmente mayor entre las mujeres menos educadas. El nivel de educación no se asocia con el deseo por un nuevo hijo o con la concordancia con la pareja.

Con relación al estado conyugal, el 68% de las mujeres en edad reproductiva se encuentran unidas legal o consensualmente, el porcentaje de mujeres en unión libre se ha incrementado desde la última encuesta en 1992, pasando de 21% a 28%, la proporción de mujeres desunidas se ha mantenido estable, disminuyendo mayoritariamente las solteras.

El comportamiento de las mujeres en unión representa un grupo poblacional de gran importancia dada su exposición a una mayor práctica sexual, consecuentemente a una mayor probabilidad de embarazo y finalmente a un mayor nivel de su fecundidad.  Esto se refleja en el hecho de que se encontró las mujeres en unión presentan una expectativa de hijos nacidos vivos al final de su período reproductivo de 5.1 en comparación con un 2.3 de fecundidad general para todas las mujeres en edad reproductiva incluyendo las solteras.

Cabe destacar el inicio de temprano de la práctica premarital.  En el país el 40% de las mujeres han iniciado su práctica sexual estando solteras, en el grupo de 18 y 19 años el 67%  iniciaron su vida sexual estando solteras; otro aspecto importante es la frecuencia de las relaciones sexuales en función directa con el nivel de escolaridad, a mayor nivel de escolaridad más alta es la frecuencia y la condición o estado de la unión al inicio de su vida en convivencia en donde las mujeres en el área metropolitana se unen en matrimonio con mayor frecuencia que el área rural, es decir que la práctica de unión libre es más frecuente en el área rural.

Se evidencia también un cambio cultural importante en donde la mujer costarricense está iniciando su vida sexual con compañeros mayores que ellas, presentándose diferencias de hasta 20 años, se encuentran a favor de la planificación familiar, evidenciándose en el uso de métodos modernos (gestágenos orales principalmente), se manifiestan en contra del aborto (a favor solo en aquellos casos en que atenta contra la salud de la madre o el niño y en caso de incesto) y apoya de forma directa la educación sexual a los jóvenes.

La segunda parte del análisis que se presenta en este informe se concentra en el estudio de la población inmigrante nicaragüense en Costa Rica, donde se incluye además de la muestra general, la información obtenida en la muestra complementaria de nicaragüenses. Con base en ambas muestras se realizó una estimación de la cantidad de nicaragüenses en Costa Rica, así como una caracterización de esta población, donde también se compara la población costarricense con la inmigrante nicaragüense.  El método para la estimación utiliza la cantidad de nacimientos de madres nacidas en Nicaragua según el Registro de Nacimientos de Costa Rica, y una estimación de la razón entre el nivel de fecundidad de las nicaragüenses, con respecto del nivel de fecundidad de las costarricenses.  Se encontró que la tasa de fecundidad general de las nicaragüenses en Costa Rica es un 40% mayor que la tasa correspondiente a las costarricenses.  Con base en este dato, se estimó que para mediados de 1998 se  encontraban  en  el  país  aproximadamente  315 000 personas nacidas en Nicaragua.

Según la ESR-99, 40% de los inmigrantes nicaragüenses tienen edades entre los 15 y los 29 años.  Un poco menos de un 25% se encuentran entre los 30 y los 44 años.  En cuanto a los niveles de instrucción, cerca de un 51% de los inmigrantes tiene primaria incompleta o menos.  Se estimó que el total de mujeres en edad fértil es de 93 000 mujeres.  Según la encuesta, casi una cuarta parte de ellas tiene entre 20 y 24 años.  La mayor parte (un 57%) vive en unión libre.   Un 44% tiene primaria incompleta o ningún grado de primaria.  La mayoría de ellas nacieron en departamentos relativamente populosos de Nicaragua (Managua, Chinandega y León) o bien, en los departamentos fronterizos (Región Autónoma Atlántico Sur, Rivas y Río San Juan).  Cabe resaltar además que, contrario a lo que se piensa, sólo 2 de cada 5 mujeres nicaragüenses entre los 18 y los 42 años se encontraban trabajando en el momento de la encuesta.

En cuanto a los hogares con mujeres en edad fértil en los que vive al menos un nicaragüense, la mayoría de ellos (42%) se clasifican como no nucleares:  junto con el jefe, cónyuge e hijos, habitan otras personas.  En un 82% de los hogares con inmigrantes, el jefe es un varón, y en casi la mitad de ellos (48%), el jefe tiene entre 30 y 44 años.  También resalta el hecho de que en un 23% de los casos, el jefe o jefa de estos hogares es un costarricense

Las inmigrantes nicaragüenses presentan un perfil de salud materno-infantil menos favorable que el de las costarricenses, aunque hay algunos aspectos en que esta situación se invierte.

Las nicaragüenses son en promedio más jóvenes, se concentran más en el Area Metropolitana y son mucho menos educadas (el 44% no ha completado la primaria). Casi la mitad tiene más de 5 años de vivir en Costa Rica.  Aunque una proporción elevada de inmigrantes en unión usa anticonceptivos (70%), ésta es menor que la excepcionalmente alta proporción de las costarricenses (80%).  Las inmigrantes presentan porcentajes más altos de niños registrados como de padre desconocido (15% comparado con un 8% de las nativas).

Las actividades de salud preventivas tienen menor cobertura entre las nicaragüenses. El 27% acostumbran autoexaminarse los pechos como medida preventiva para el cáncer mamario (45% entre las nativas).  Tan solo el 37% se hicieron el Papanicolau en el último año (45% las nativas).  La cobertura de vacunación de los niños contra polio, DPT y sarampión es de 80% o menos, es decir 15 puntos por debajo que los costarricenses.  El déficit en la cobertura de vacunación de los hijos de inmigrantes es un problema grave que urge corregir.

Las nicaragüenses usan considerablemente los servicios de salud del país, pero en menor grado que las costarricenses: el 66% (vs. 83%) consultó un médico en el último año; el 59% (vs. 83%) tuvo un control prenatal adecuado; y el 91% (vs. 96%) tuvo atención profesional al parto.

Las inmigrantes presentan una situación de salud más favorable en tres aspectos: menor tabaquismo (6% vs. 14% han fumado alguna vez); menos partos por cesárea (13% vs 20%) y mayor proporción de mujeres vacunadas contra tétanos en los últimos diez años (83% vs.73%).  En otros dos aspectos prácticamente no hay diferencias entre los dos grupos: lactancia materna y proporción de partos prematuros

Las diferencias y similitudes apuntadas no se deben a diferencias en la edad, lugar de residencia o educación, pues persisten dentro de subgrupos definidos por estas variables.  En contraste, el tiempo de vivir en Costa Rica sí hace diferencia: las que tienen más tiempo se asemejan más a las costarricenses.