Tema
4 Lectura 1
Tomado
de:
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Health
Policy: An Introduction to Process and Power
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Políticas
de salud: Una introducción al proceso y el poder
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Por
Gill Walt
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Capítulo
8:
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La
implementación: ¿deciden aquellos que implementan?
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Sabemos
que el proceso de las políticas es interactivo: existen
muchas redes de grupos que pueden tratar de influir en la formulación
de las políticas. ¿Podemos suponer que una vez que se
toma una decisión de políticas, será implementada
como se desea?
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Modelos
teóricos
Enfoques
de arriba hacia abajo
Como
vimos en el Capítulo 3, los antiguos modelos teóricos
perciben la toma de decisiones como lineal, con una clara división
entre la formulación de políticas y la ejecución
de políticas. La mayoría de estos modelos perciben
la formulación de políticas como algo claramente
político, que tiene que ver con juicios de valor, con
lo que el gobierno siente que debe estar haciendo. La
implementación, por otra parte, se percibe como algo
administrativo. En un modelo de arriba hacia abajo, se supone
que la formulación de políticas se da dentro del
gobierno nacional o, a nivel internacional, entre donantes y
autoridades normativas nacionales. Una vez que se formula, es
un proceso básicamente técnico para ser implementado
por agencias administrativas a nivel nacional o sub-nacional.
En el caso de las políticas de salud, las decisiones
de los políticos y los burócratas dentro del ministerio
de salud se comunican a los planificadores en la unidad de planeamiento
de la salud (esto puede estar o no estar involucrado en la formulación
de políticas), quien operacionaliza las políticas
diseñando programas apropiados con lineamientos, reglas
y sistemas de monitoreo. Estas son luego transferidas a las
autoridades de salud locales (a nivel de provincia o distrito)
o a las instituciones de atención de la salud (hospitales,
centros de salud) para ponerlas en práctica.
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Tales
enfoques salieron a menudo de un modelo ideal de ‘implementación
perfecta’. Hogwood y Gunn (1984) plantearon diez precondiciones
que deberían ser logradas si las políticas se
van a implementar de manera que se alcancen sus objetivos. El
modelo es útil como patrón para medir la probabilidad
de ejecutar con éxito las políticas, aunque es
difícil cumplir con las diez condiciones previas. Un
‘modelo de implementación perfecto’ sugiere que:
1.
Las circunstancias externas de la agencia no impongan limitaciones
discapacitadoras. Es claro que los eventos externos no
pueden estar bajo el control de los encargados de implementar
las políticas: una sequía puede significar que
los subsidios para pan no pueden ser retirados debido a la
pobreza emergente; las guerras impiden la introducción
de medidas de salud para proteger a los trabajadores.
2.
Disponibilidad de tiempo adecuado y recursos suficientes.
La falta de recursos, ya sea de personal, equipo o finanzas,
afecta la implementación. Si hay pocos inspectores
de salud y tienen mucho trabajo, agregar otra tarea (como
revisar la letrinas para ver si se está usando poliestireno
antimalaria) hará que la implementación
de la higiene pública sea menos, en vez de más,
vigorosa.
3.
La combinación requerida de recursos está disponible.
Mejorar la cobertura de la inmunización requiere trabajadores
de salud capacitados, vacunas y sistemas de cadena fría
y que los niños estén en un determinado lugar.
Si cualquiera de estas cosas falla, la implementación
será parcial. Un informe de gobierno llamaba la atención
sobre el proceso de implementación durante el programa
de inmunización de la India, diciendo que los principales
fracasos ocurrieron porque se dieron vacunas por debajo de
los estándares o vencidas a miles de niños (Nandan
1993).
4.
Las políticas se basan en una teoría válida
de causa y efecto. Si las políticas son malas políticas,
pueden fallar. Las políticas se basan en una teoría
(aunque no sea explícitamente) de causa y efecto, y
si está equivocada, las políticas no tendrán
éxito. Prevenir la transmisión del SIDA introduciendo
pruebas obligatorias premaritales, por ejemplo, es poco probable
que tenga efecto en la prevalencia del SIDA y puede tener
consecuencias no deseadas. En el estado de Illinois en los
EEUU los residentes viajaban a los estados vecinos para evitar
el examen (Brandeau et al 1993).
5.
La relación entre causa y efecto es directa, y
hay pocas conexiones principales, o ninguna del todo. Cualquier
proceso de implementación es largo e involucra una
serie compleja de eventos y conexiones, cualquiera de los
cuales puede echar a perder las políticas. Una ayuda
prometida para una hambruna que llegue tarde al país
afectado puede atrasarse aún más por los sistemas
burocráticos, la corrupción portuaria, el transporte
que depende de los sectores estatal y privado, los cuales
carecen de coordinación. Por lo tanto, la distribución
llega demasiado tarde y no es canalizada adecuadamente.
6.
Las relaciones de dependencia son mínimas. En la
implementación hay muchos participantes: el ministro
de salud puede tener que negociar con las agencias de seguros
o de seguridad social, con las organizaciones profesionales,
y otras, todas las cuales dependen en alguna medida entre
ellas. Las políticas del gobierno pueden estar contra
las pruebas de SIDA para los seguros, pero las compañías
de seguros fijan sus propias reglas.
7.
Existe una comprensión y un acuerdo sobre los objetivos.
Los objetivos de las políticas suelen ser muy vagos,
y los distintos actores pueden tener distintas ideas sobre
qué es la implementación. La introducción
de trabajadores de salud comunales (para ampliar los servicios
de salud primaria) fue considerada por algunas enfermeras
clínicas de Botswana como una forma útil de
conseguir ‘un par de manos más’, en vez de una forma
de extender los servicios a la comunidad (Walt 1990).
8.
Las tareas son bien especificadas en una secuencia correcta.
Si las políticas van a ser ejecutadas de manera uniforme,
todas las tareas que deben ser llevadas a cabo por las distintas
organizaciones o personas tienen que estar claramente distinguidas.
El fracaso de las políticas ocurre por confusión
o duplicación.
9.
La comunicación y la coordinación deben ser
perfectas. Puesto que las historias sobre fallas en la
comunicación y las dificultades de coordinación
son muchas, es difícil pensar cómo puede cumplirse
esto, aunque es algo a lo que se debe aspirar.
10.
Quienes tienen la autoridad pueden exigir y obtener perfecta
obediencia. Exceptuando los gobiernos militares que han
usado coerción para cumplir las políticas, es
difícil ver cómo cualquier autoridad puede ser
capaz de obtener obediencia completa donde quienes implementan
son radicalmente opuestos a los grupos objeto. La pasividad
o la neutralidad pueden resultar en obediencia, pero también
puede existir una resistencia mediante el contrabando o las
actividades ilegales.
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Enfoques
de abajo hacia arriba
Contrario
a la perspectiva lineal del proceso de políticas y el
modelo de la implementación ‘perfecta’, la perspectiva
de abajo hacia arriba es que los encargados de la implementación
suelen jugar un papel importante en la implementación
de las políticas, no solo como administradores de políticas
infiltradas hacia abajo, sino como participantes activos en
un proceso extremadamente complejo que también informa
las políticas hacia arriba. Por lo tanto, estas personas
pueden cambiar la forma como se implementan las políticas,
o hasta redefinir los objetivos de las políticas porque
están más cerca del problema y de la situación
local. Más que ver la implementación como una
etapa en la transmisión secuencial de las políticas
desde la formulación hasta la implementación,
debe ser visto como un proceso mucho más interactivo,
y así como la formulación de las políticas
puede ser caracterizada por el regateo, así puede estar
caracterizada la implementación por la negociación
y el conflicto. Un ejemplo ilustra esto.
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De
Roo y Marse (1990) describen cómo las autoridades normativas
del nivel central de la salud en Holanda fueron desafiadas por
las acciones de las instituciones de atención de la salud,
lo que resultó en un trastorno de las políticas.
En Holanda el gobierno central controla la introducción
de la alta tecnología mediante un sistema de licencias.
En 1984, las políticas oficiales de salud consistieron
en esperar algunos años antes de iniciar un programa
de transplante de corazón, porque las autoridades normativas
decían que la operación todavía estaba
en una etapa experimental. Los transplantes de corazón
no estaban por lo tanto cubiertos por el seguro de salud y no
había fondos disponibles para invertir en establecimientos
y equipo.
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Sin
embargo, los cirujanos cardiólogos pensaron diferente.
En junio de 1984 se realizó un transplante secreto y
exitoso con la colaboración de dos hospitales. Hubo mucha
cobertura de los medios, la opinión pública fue
favorable y la Sociedad de los Pacientes Cardíacos anunció
que estaba preparada para dar apoyo financiero para la operación.
Los políticos sintieron que tenían que responder
rápidamente y en setiembre el gobierno central cambió
sus políticas, concediendo licencia a tres hospitales.
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Esta
fue una situación en la cual las autoridades normativas
involucradas en el proceso formal de políticas estaban
a favor de atrasar la introducción de una nueva innovación
tecnológica. Pero fuera de este proceso había
tres grupos de interés con posiciones opuestas: los cirujanos
cardiólogos que habían adquirido las destrezas
para el transplante, los administradores de los hospitales en
los que trabajaban (que querían maximizar las oportunidades
para la intervención médica y las ganancias) y
la Sociedad de los Pacientes Cardíacos. No es claro en
este caso cuánta consulta se dio durante la fase de formulación
de las políticas del gobierno para transplantes de corazón,
pero debido a que la profesión médica tiene mucho
poder sobre la implementación de las políticas
de salud, suele estar en una posición que le permite
influir fuertemente en el proceso de políticas.
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Este
caso ofrece un contraste interesante con Gran Bretaña,
donde el Departamento de Salud mantuvo mano firme sobre el desarrollo
de políticas de transplante de corazón y aparentemente
siguió un proceso más racional. Primero comisionó
un estudio de costo-beneficio interdisciplinario del programa
de transplante en los hospitales que habían sido pioneros
en la operación. Después del informe, el Oficial
Médico Jefe logró un consenso de las profesiones
para respaldar una expansión cautelosa. La consulta con
el Colegio Real de Cirujanos condujo a la sanción de
cuatro centros de transplantes (Klein 1990).
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Resumiendo,
en vista de que los grupos de interés pueden influir
en las políticas (Capítulo 6) y habiendo visto
que hay, al menos potencialmente, una multitud de oportunidades
para participar en las políticas, yo rechazo claramente
la idea de que el proceso de políticas es lineal, o que
la formulación de políticas está separada
de la implementación. Si hay conglomerados de actores
públicos y privados involucrados en la formulación
y la influencia de resultados de políticas, entonces
hay otros, o los mismos conglomerados, involucrados en la implementación.
Algunos pueden ser los supuestos beneficiarios de las políticas.
Hacer políticas es un proceso interactivo, y la formulación
y la implementación son dos elementos en un círculo
continuo. Ambos elementos son igualmente políticos.
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La
implementación en la práctica
La
influencia internacional: ¿poder sin responsabilidad?
Las
agencias internacionales involucradas en el diálogo de
las políticas con las autoridades normativas nacionales
suelen suponer que existe una separación entre la formulación
de políticas y su implementación. El caso de Kenia
(en el que el mercadeo de maíz no se privatizó
como se había prometido) en el último capítulo
es un ejemplo. Parece que los donantes suelen menospreciar la
importancia de las consecuencias prácticas de adoptar
ciertas políticas mientras que esto es precisamente lo
que preocupa a las autoridades normativas. Además, la
validez de las condiciones exigidas como parte de la ayuda a
veces es cuestionada sobre la base de que los negociadores extranjeros
no están suficientemente informados sobre la realidad
local. Un informe del Banco Mundial de 1992 sobre Implementación
efectiva: clave para el impacto del desarrollo incluía
críticas de parte de las autoridades normativas sobre
la ‘presión psicológica’ que sintieron para aceptar
préstamos que terminaban con condiciones que el país
no podía cumplir y un contrato que no podía ser
implementado. Decían que el personal del Banco parecía
estar más interesado en presionar para prestar que en
una implementación exitosa (Chatterjee 1992).
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Sin
embargo, si bien los donantes están menos preocupados
por la implementación de lo que deberían estar,
sus decisiones sobre la ayuda afectan la ejecución de
las políticas de varias formas. Por ejemplo, las políticas
pueden se decididas por un ministro en nombre de otro ministro
(encargado de la implementación). Hay muchos países
en que el gobierno ha aceptado ayuda para la construcción
de un hospital central, en contra de las objeciones del ministro
de salud por las implicaciones de gasto a largo plazo. Por otra
parte, puede que los ministros y los donantes no prevean problemas.
Fiedler (1988) da un ejemplo del Ministerio de Salud (MOH) de
El Salvador al recibir préstamos del Banco de Desarrollo
Interamericano (IDB) para extender la infraestructura de salud.
De 1980 a 1985 el IDB canalizó casi 30 millones de dólares
americanos para construcciones nuevas. Sin embargo, no hubo
el cierre correspondiente de establecimientos antiguos ni mejoras
en los establecimientos de salud deteriorados, de manera que
el aumento en las necesidades de mantenimiento de las nuevas
estructuras significó que el presupuesto del Ministerio
de Salud para mantenimiento y reparación de edificios
quedó apretado. Por lo tanto, Fiedler concluye que el
IDB fue una víctima de la crisis recurrente del MOH (porque
la construcción de los establecimientos fue prematuramente
depreciada debido a un mantenimiento y reparación inadecuadas)
pero también fue una causa de la crisis.
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Los
problemas con la implementación de la ayuda recaen sobre
las agencias internacionales y los gobiernos nacionales. En
un análisis de un programa grande de reforma del sector
salud en Nigeria, apoyado por la USAID, Foltz (1992) muestra
que la implementación avanzó más lentamente
en cada una de sus etapas de lo previsto. Aunque la donación
fue firmada en 1986, la implementación empezó
hasta un año después. Lo que se esperaba era un
programa de reforma de cinco años, con tractos regulares
de dinero en la medida que cada parte de la reforma era implementada
exitosamente. Pero en realidad tardó mucho más
(solo 2 de las 6 reformas habían sido implementadas en
1991) y con muchas trabas en el camino. Hubo muchas razones
para esta demora. Primero, la creciente inestabilidad económica
y política que condujo a una severa crisis fiscal en
1990-91 –aunque los servidores civiles no estaban recibiendo
salarios- y una considerable incertidumbre cuando se introdujeron
las elecciones democráticas. Segundo, la donación
de USAID era extremadamente compleja. ‘Pocos oficiales en USAID
y menos aún en el Ministerio, podían darle seguimiento
con conocimiento.’ Tercero, el número de personas asignado
para administrar la donación fue insuficiente, hubo muchos
cambios de personal, y se dio una subestimación general
de la complejidad de manejar un programa de reforma de políticas.
Una persona a tiempo completo no era suficiente para dar seguimiento
y facilitar actividades, así como mantener una visión
de conjunto del complejo sistema de desembolso de la donación.
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Muchos
otros defectos bien conocidos en el sistema de ayuda producen
obstáculos para implementar los proyectos y programas.
Puede haber muchos donantes extranjeros trabajando en un país.
La proliferación de proyectos apoyados por ayuda externa
suele resultar en exigencias sobre el país receptor para
distintos sistemas de rendimiento de cuentas, evaluaciones,
visitas de misiones, amarre del tiempo de las autoridades normativas
con esfuerzos duplicados que impiden la implementación.
De igual forma, la competencia y las exigencias burocráticas
a los donantes pueden llevar a consideraciones inadecuadas a
través de las complejidades potenciales de la implementación
del proyecto (Clift 1988). Un ejemplo es Somalia hacia fines
de los setenta, cuando el país fue inundado con refugiados
de Etiopía. La OMS, la UNICEF y la UNHCR trataron de
ayudar, pero con distintas perspectivas y en distintos términos:
sus
funciones en la atención de la salud de los refugiados
resultaron confusas para el Gobierno de Somalia y fue difícil
para ellos saber a cuál agencia de la ONU debía
acudir para recibir apoyo para la provisión de asistencia
para la salud. Además, durante el período de
emergencia, los papeles pobremente definidos y traslapados
de las agencias de la ONU para asistencia en la salud condujo
a importantes atrasos en las actividades de planeamiento e
implementación de actividades de salud para los refugiados
por parte del gobierno. (Godfrey 1990: 114)
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Una
conclusión general de los estudios sobre reforma de políticas
es específicamente que los donantes complican la toma
de decisiones y que el poder es asimétrico. Esto depende
del nivel de la ayuda. En un estudio de las negociaciones de
ayuda en Suecia, la investigación sugirió que
en países muy dependientes de recursos externos, las
negociaciones a menudo estaban dominadas por la sumisión
del receptor y el atrevimiento del donante. Por lo tanto, aún
cuando la relación entre el donante y los nacionales
era cordial e integrativa (como en Tanzania), había elementos
sustanciales de coerción e intransigencia del donante.
En algunos países (como la India), donde la ayuda era
una pequeña parte del producto interno bruto, los negociadores
nacionales a menudo eran rudos y no se comprometían (Elgstrom
1992).
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Relaciones
centrales-locales: ¿quien paga la orquesta pone la música?
Casi
todos los gobiernos transfieren la autoridad o dispersan algún
poder en la planificación pública, la administración
y la toma de decisiones del nivel nacional a niveles sub-nacionales,
o de niveles superiores a niveles menores del gobierno (Mills
et al. 1990). En la práctica cualquier sistema de descentralización
varía enormemente entre los países: en un extremo
el centro ejerce un fuerte control sobre los niveles menores
del sistema administrativo mediante mecanismos legislativos
y financieros. En el otro extremo, las autoridades de menor
nivel pueden tener bastante libertad en la interpretación
de las políticas centrales. La implementación
de las políticas está claramente afectado por
el sistema prevaleciente.
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El
control presupuestario normalmente está celosamente
controlado por el centro, para imponer, si fuera necesario,
políticas nacionales y conservar el poder en el nivel
central. La implementación naturalmente depende de dónde
vienen los fondos para realizar las políticas y de quién
los controla. En Papua Nueva Guinea, por ejemplo, el 58% del
gasto del sector público para la salud va a las provincias,
pero el 88,5% de esto consiste en financiamientos condicionados
o fondos para salarios por parte del gobierno nacional. Las
provincias tienen control total solamente del 11,5%, proveniente
de financiamientos no condicionados y recursos generados internamente
(Thomason et al. 1991).
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La
capacidad del sector central de pagar una determinada parte
del gasto público es una forma poderosa de inducir a
las autoridades de menor nivel a seguir las propuestas de políticas
centrales. Por eso en un sistema federal, el gobierno nacional
puede ejercer algún control incluso sobre estados relativamente
autónomos, dando apoyo financiero para programas particulares.
De hecho, los intentos de reclasificar el financiamiento del
nivel federal al nivel estatal tienden a topar con protestas
considerables. Por otra parte, los estados pueden mostrar indisposición
de aceptar el financiamiento como una forma de inducirlos a
introducir determinadas políticas, si dependen de un
plazo o son condicionadas, debido a las implicaciones en gastos
recurrentes. Jeffrey (1986) da el ejemplo del intento del gobierno
federal de la India de hacer que los estados introdujeran programas
de trabajadores de salud comunales hacia fines de los setenta.
Tres estados (Tamil Nadu, Kerala y Kashmir) se rehusaron debido
a que tenían formas alternativas de satisfacer las necesidades
de salud de la población rural, pero también porque
no querían cargar con gran cantidad de trabajadores de
los cuales sería políticamente muy difícil
deshacerse si el gobierno federal retiraba el financiamiento.
De hecho, el gobierno federal hizo luego movimientos para transferir
algunos costos del esquema de trabajadores de salud comunales
a los presupuestos estatales, pero no pudo implementar sus políticas.
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Controles
similares se han ejercido en Méjico, a pesar de los intentos
de traspasar la autoridad. Entonces el Ministro de Salud federal
dio financiamientos directos o subsidios a las autoridades de
salud de menor nivel, para retener el control central, justificando
esto como una forma de evitar la burocracia, tanto a nivel federal
como estatal y de aumentar la efectividad de la implementación
de las políticas nacionales a nivel de campo (González-Block
et al. 1989). Los gobiernos estatales no presionaron por el
traspaso financiero, debido a sus propias insuficiencias financieras
y a las implicaciones de mayor responsabilidad si lo conseguían.
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Otro
ejemplo de conflicto centro-local es de Zimbabwe. En agosto
de 1993 el Concejo de la Ciudad de Bulawayo fue acusado por
un ministro del gobierno de gran trayectoria de desafiar las
políticas del gobierno. Decía que la autoridad
local estaba perdiendo el tiempo respecto a la implementación
de la promoción suburbana y la concesión de status
de propiedad de vivienda a ciertos residentes. El ministro del
gobierno indicó que Z$150,000 habían sido asignados
para la etapa inicial de este proyecto y amenazaba con llamar
al Ministro de Construcciones Públicas y Vivienda Nacional
para hacerse cargo del Concejo de la Ciudad de Bulawayo si la
implementación se retrasaba más (Daily Gazette
1993).
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La
falta de recursos también hace a las autoridades de nivel
local vulnerables a las políticas que pueden no ser costo-efectivas
pero que traen otros beneficios. Waddington (1992) describe
cómo la escasez de recursos afectó las decisiones
sobre campañas de inmunización a nivel distrital
en Ghana. Aunque era más efectiva la entrega de inmunizaciones
a través de la entrega del servicio de salud rutinario,
se favorecieron las campañas masivas porque complementaban
los recursos locales. Los donantes no solo suministraron vehículos
para las campañas masivas, sino también viáticos,
antorchas, botas e impermeables, proporcionando ingresos y beneficios
adicionales para el personal.
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Las
estructuras descentralizadas complejas también pueden
impedir, en vez de facilitar, la implementación. Gilson
(1992) ilustra la tensión entre los Oficiales Médicos
de Distrito (DMO) en Tanzania, que tienen la responsabilidad
de la operación diaria de los establecimientos de salud
primaria y de los hospitales de distrito (supervisión
y suministros), pero no tienen el poder de tomar decisiones
sobre los recursos clave. Esto recae en el Director Ejecutivo
de Distrito (DED) para el 70-80% de los fondos recibidos del
sector central para los servicios de salud distritales y en
el Oficial Administrativo de Distrito (DAO) para los fondos
asignados al hospital distrital.
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En
1991 las visitas de supervisión distrital a las unidades
de salud rurales no podían realizarse porque el DED se
rehusaba a usar ‘sus’ fondos para pagar los viáticos
del personal distrital empleado por el gobierno central (y por
tanto financiado por la oficina del DAO), mientras el DAO decía
que ‘su’ asignación estaba gastada. …el DMO no tenía
poder para neutralizar ese reclamo o asegurar que la supervisión
era realizada (Gilson 1992: 220).
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Sin
embargo, en algunos países puede haber varias fuentes
de financiamiento para los programas de salud a nivel local
y el ministro de salud puede no tener control de las políticas
de salud. Fiedler sugiere que en Ecuador el ‘teatro de operación’
del Ministro de Salud es relativamente estrecho, porque la maquinaria
presupuestaria se usa para hacer autónomos determinados
programas de salud. Esto se logra permitiendo legalmente que
los fondos sean canalizados a nivel local, evadiendo al Ministro
de Salud. Los presupuestos de salud provinciales, por ejemplo,
son aprobados por el Ministro de Finanzas, mientras los presupuestos
del servicio de erradicación de la malaria son aprobados
por el Congreso Nacional. El Ministro de Salud no tiene la autoridad
para aprobar o discutir los presupuestos de las autoridades
de salud provinciales ni del servicio de erradicación
de la malaria. La implementación de las políticas
nacionales es bastante socavada: ‘…según el poder del
bolsillo, así es la habilidad de manejo –para coordinar,
dirigir y controlar’ (Fiedler 1991: 39).
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La
implementación de políticas es, por lo tanto,
muy dependiente del grado en que el sector central puede esperar
que las autoridades de menor nivel sigan sus lineamientos. En
muchos países este control es salvaguardado por el sector
central mediante mecanismos financieros, aunque esto es menos
cierto en América Latina donde los ministerios de salud
suelen tener bajo status y son débiles en comparación
con las autoridades de seguridad social o de seguros de la salud.
Pero los mecanismos de financiamiento no pueden, por sí
mismos, asegurar la implementación de las políticas.
Si el sector central quiere asegurarse de que las políticas
son implementadas, la legislación puede ser necesaria.
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Usar
el control legislativo es probablemente más raro
en el sector salud para políticas diarias (aunque claramente
juega un papel importante en la regulación de profesiones
y del sector privado). La legislación tiene la mayor
autoridad, pero las regulaciones o los reglamentos, divulgados
como políticas centrales mediante cartas y circulares,
también pueden tener un peso sustancial. Cuando las políticas
para introducir personal de enfermería en Jamaica fueron
acordadas en los setenta, se reconoció que la legislación
sería necesaria, pero las políticas fueron implementadas
sin legislación. Cumper (1986) muestra cómo esto
dejó al personal de enfermería en una posición
difícil, porque los farmacéuticos no aceptaban
sus recetas sin la firma de un médico. Los farmacéuticos
decían que el derecho legal para la prescripción
no estaba establecido, aunque los médicos y las autoridades
normativas en el Ministerio de Salud estaban de acuerdo en ello.
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Las
leyes podían ser obligatorias o permisivas, ya sea pidiendo
a las autoridades locales actuar o dándoles la oportunidad
de hacerlo. Aún cuando las leyes sean constitucionales,
no siempre son implementadas vigorosamente y las autoridades
locales pueden atrasar bastante la implementación de
las políticas. Cuando el gobierno central no está
muy comprometido con las políticas, las autoridades sub-nacionales
pueden seguir la corriente:
las
razones por las cuales algunas políticas no son implementadas
es que nadie espera que lo sean. Se pasan las leyes o se hacen
los discursos ministeriales para satisfacer la presión
de algún partido o algún grupo de interés
incómodo, pero los servidores civiles saben que no
tienen que esforzarse demasiado para lograr los resultados.
Las políticas son simbólicas (Korman y Glennester
1985: 7).
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Sin
embargo, la mayoría de las autoridades locales son reacias
a quebrantar la ley: pueden ser llevados a los tribunales y
pueden ser multados, o se les puede recortar el presupuesto
u otras penas financieras.
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El
proceso legal puede ser largo, y por eso, no siempre será
una forma atractiva de comunicar las políticas desde
el sector central a las autoridades de menor nivel. Tampoco
será suficiente asegurar que las políticas serán
implementadas como se desea. Parry-Williams (1992) describe
el intento de cambiar la ley respecto a los hogares para niños
en Uganda (Capítulo 6). La nueva ley establecía
las normas de atención que esperaba el gobierno de las
organizaciones que manejaban los hogares infantiles, los procedimientos
para obtener aprobación para operar y el sistema regulatorio
para mantener y mejorar las normas con el tiempo. Tomó
18 meses pasar de la etapa del comité a convertirse en
ley, y la implementación involucraba diferentes grupos
que habían estado superficialmente involucrados (o no
del todo) en la formulación de las políticas y
la redacción de la ley.
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Parry-Williams
señala que si la ley es implementada como lo desean quienes
la apoyan, se requieren muchas otras acciones. La inspección
regular de hogares requerirá pruebas distritales y que
los oficiales de bienestar social, los inspectores de salud
pública distritales y los oficiales médicos acepten
nuevas responsabilidades (sin remuneración adicional).
Las reuniones para capacitar y familiarizar al personal de distrito
y de los hogares infantiles será un prerrequisito para
implementar la nueva ley y se requerirá ‘vigilancia y
persuasión’ si se quieren consolidar cambios positivos.
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A
veces el gobierno central usa la legislación para limitar
el poder de las autoridades de menor nivel. Un ejemplo común
es limitar el uso de los fondos. Hasta hace poco es que los
pasos para descentralizar la autoridad en el sector salud han
llevado a los gobiernos centrales a permitirles a los hospitales
locales o a los grandes centros de salud mayor libertad con
los dineros provenientes de los cobros por servicios a los pacientes.
Antes todo el dinero recolectado debía remitirse al ministerio
de salud. Recientemente a algunos establecimientos de salud
u oficinas de salud distritales se les ha permitido conservar
una parte de las tarifas cobradas para mejorar los servicios
según su criterio.
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Al
mismo tiempo, debido a que la mayoría de las políticas
están expresadas en términos bastante generales,
quienes las implementan deciden precisamente cómo lo
hacen. Las autoridades de menor nivel suelen tener bastante
libertad porque tienen la pericia para el desempeño de
las tareas asignadas. También, el proceso de implementación
es relativamente invisible, el público lo nota poco o
es poco cubierto por la prensa. Las agencias de implementación
que hacen el trabajo de rutina del gobierno están más
cerca de los ciudadanos afectados por las políticas,
y por lo tanto a veces son más sensibles a la gama de
respuestas que el gobierno central. Grindle y Thomas (1991)
dan un ejemplo de cómo, en los ochenta, el Banco Mundial
dijo que no apoyaría los proyectos de agua que subsidiaba
a los consumidores y quería que el gobierno de la India
introdujera el cobro del agua. Una oposición casi unánime
en varios niveles del gobierno de parte de quienes tendrían
que implementar los cobros (debido a que percibían que
la introducción de tarifas a los usuarios no se podía
cumplir) llevó a un rechazo de la posición del
Banco Mundial.
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Otro
ejemplo ocurrió en Gran Bretaña: en parte porque
el gobierno central quería apartarse de los cabilderos
contrarios a la fluorización, que eran pocos pero muy
activos, las políticas dentales del Departamento de Salud
Británico durante los cincuenta fue estimular a las autoridades
locales a mejorar la salud dental de los niños introduciendo
la fluorización (agregando flúor al suministro
de agua). Aunque el gobierno central no legislaba para dar poder
a las autoridades locales de agregar flúor al suministro
de agua, aseguraron a las autoridades locales que el gobierno
los indemnizaría si alguno de ellos enfrentaba una acción
legal en su contra. Muy pocas autoridades locales introdujeron
la fluorización por la incertidumbre de ser llevado a
los tribunales por los cabilderos opuestos a la fluorización
y por temor a una acción local popular contra ellos (Walt
1976). Finalmente se pasó un proyecto de ley en 1990,
dando a las autoridades legales el derecho a agregar flúor
al agua siempre y cuando existiera un proceso completo de consulta.
Unos tres años después, la implementación
se detuvo en la medida que las autoridades locales rechazaban
la medida. Aunque en los noventa había argumentos contra
la fluorización que no existían en los cincuenta
(por ejemplo, el dentífrico flurizado ya estaba disponible
y se usaba por la mayoría de la población), había
también razones políticas para rechazar la medida.
En los noventa muchas autoridades locales estaban dominadas
por partidos de oposición. La combinación de la
oposición a la fluorización y llevarle la contraria
al gobierno central dejó a muchas autoridades locales
sin voluntad de seguir una medida proveniente del sector central.
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Desde
luego, los gobiernos suelen tener el poder de obligar al cumplimiento
sin necesidad de legislar. Morgan (1993) se refiere al programa
de control de la malaria en Costa Rica que incluía un
spray de DDT en cada casa. Esto fue muy mal recibido
por los habitantes rurales, que objetaban el residuo en las
paredes de sus viviendas. Sin embargo, si la gente se rehusaba
a recibir el DDT, eran multados. Los trabajadores del programa
contra la malaria fueron mal recibidos por muchas comunidades,
pero el gobierno central se mantuvo relativamente a distancia
de la respuesta negativa de las comunidades y tuvo suficiente
poder respecto a las autoridades locales para insistir en la
implementación. Obviamente algunos regímenes son
más coercitivos que otros. Los regímenes militares
determinados a implementar políticas, aunque adversas
para los ciudadanos, pueden encontrar poca resistencia por temor
a las represalias. La gente seleccionará los asuntos
con los que quiere desafiar al gobierno. Si los riesgos son
demasiado altos y las ganancias tienden a ser limitadas, los
grupos de oposición pueden preferir atrasar sus desafíos
o concentrarse en otros temas.
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Hasta
el cambio de reglas puede involucrar varios grupos distintos
de personas. Una nueva medida del Ministerio de Salud permitiendo
a todas las madres quedarse con sus bebés enfermos en
el hospital fue introducida en Mozambique a fines de los setenta,
después de años en que el régimen portugués
había insistido en separar las madres de los bebés,
sin permitir siquiera las visitas. La medida requería
que los administradores de hospitales pensaran dónde
iban a quedarse las madres, cuáles instalaciones iban
a usar y cuáles recursos se asignarían para su
alimentación. También requería que los
trabajadores de salud aceptaran tener los salones con más
gente y que las madres se separaran del resto de su familia.
Un doctor que trabajaba en Mozambique en el período de
implementación del cambio escribe sobre los conflictos
entre las madres, los trabajadores de la salud y los administradores:
A
fines de 1978, cuando la residencia de las madres era realmente
un hecho, el director del hospital anunció que todas
las madres debían irse. El concejo del salón
se reunió y expresó estar unánimemente
en descuerdo con la decisión y lamentaron que no hubiera
sido discutida. Todos los trabajadores se mantuvieron firmes
aunque fueran cuestionados individualmente. Las madres eventualmente
decidieron el asunto recogiendo a los niños y sus pertenencias,
obligando a llegar a un compromiso (Dick 1984: 51)
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De
igual forma, un cambio en el gobierno que requiere que las autoridades
locales de salud establezcan clínicas de planificación
familiar o mejore la higiene de los alimentos en los mercados,
puede involucrar muchos departamentos y profesionales distintos
dentro de la autoridad local, así como otros grupos.
Por ejemplo, la iglesia, los grupos de mujeres, las clínicas
de planificación familiar privadas, los médicos
y enfermeras privados y los farmacéuticos pueden reaccionar
(positiva o negativamente) ante una clínica de planificación
familiar gubernamental. Los dueños de puestos en los
mercados, los limpiadores de calles y los distribuidores de
alimentos pueden tener distintas respuestas a las nuevas regulaciones
sobre higiene de alimentos. Todos estos grupos pueden afectar
la implementación, así como quienes son directamente
responsables de la acción: los administradores, las enfermeras
y médicos y los inspectores sanitarios o de higiene.
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La
implementación de las políticas está, por
lo tanto, en manos de grupos muy distintos, los cuales también
pueden estar involucrados en la formulación de políticas.
Si hay resistencia a las políticas, los grupos de diferentes
niveles usarán distintas tácticas para cambiar
las políticas en aquellos regímenes en que está
permitida esa presión. La formulación de políticas,
aún en forma de estatutos legales, no es una condición
suficiente para la implementación. Es necesario movilizar
suficiente poder para ejecutar políticas y esto depende
mucho del ambiente de las políticas.
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Finalmente,
si bien los mecanismos de financiamiento, la legislación
y las reglas pueden fortalecer el control por parte del sector
central de la implementación de las políticas
en los niveles menores del gobierno, otros factores también
entran en juego a nivel micro que afectan la implementación
de las políticas.
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Por
ejemplo, puede haber diferencias culturales significativas y
conflicto de lealtades entre los oficiales del gobierno que
trabajan para las oficinas nacionales y los oficiales de gobierno
que trabajan a nivel local. Justice hace ver la ironía
de los oficiales de gobierno de Nepal, que frecuentemente decían
que los extranjeros no entendían las condiciones locales,
y sin embargo
por
sus antecedentes urbanos y sus posiciones de carrera en la
administración de Katmandú, también están
alejados de la realidad de las condiciones rurales. La mayoría
de los oficiales rara vez visitan el campo y no ven que la
información que se recoge durante esas visitas sería
relevante para sus procedimientos de planificación,
los cuales dan importancia a los datos y a las metas cuantitativas
(Justice 1986: 123).
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Aitken
(1992), en una descripción de Nepal, habla de un escenario
de dos culturas en el Ministerio de Salud. La cultura explícita
es la que promueve al Ministerio como el ente para mejorar la
salud de la población, mediante la provisión de
servicios de salud preventivos y curativos. El propósito
del personal de salud es proveer estos servicios. La cultura
implícita es distinta, sin embargo, y está centrada
en que el Ministerio de Salud existe para distribuir y dar cuenta
de los fondos y proveer al personal directa o indirectamente
de un ingreso. Por eso la principal tarea del personal es hacer
informes mostrando cómo los fondos han sido distribuidos
y justificando el gasto según las metas del Ministerio.
Aitken dice que hay bastante complicidad entre ambas culturas,
de manera que el lenguaje de la cultura oficial se usa para
justificar las decisiones que satisfacen la cultura implícita.
Ayuda a explicar por qué algunas políticas provenientes
del Ministerio de Salud pueden ser implementadas (por ejemplo,
capacitación en servicio para personal de distrito) pero
fallan en lograr sus objetivos (atención de mejor calidad).
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Los
burócratas locales pueden tener distintas lealtades de
parte de los burócratas a nivel nacional. La reforma
agraria en el Perú que el gobierno militar trató
de introducir en los sesenta y los setenta falló por
muchas razones, incluyendo el desacuerdo dentro y entre los
burócratas del gobierno y los locales (quienes eran los
responsables de implementar el programa) sobre el contenido
específico del programa. McClintock sugiere que de hecho
las
políticas se ‘hicieron’ realmente en cada región,
proyecto o comunidad que tenía claro cuáles
oficiales –aquellos con una inclinación tecnocrática,
estatista, radicalmente redistributiva o hasta oportunista-
aparecerían encima del montón de burócratas
en el área (McClintock 1980: 94).
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La
reforma educativa (introduciendo nuevos exámenes para
niños de siete y catorce años) en Gran Bretaña
fue públicamente repudiada por las autoridades de educación
locales y los maestros, quienes simplemente se rehusaron a implementar
las pruebas en 1993, el año en que se suponía
debían empezar, porque había desacuerdos violentos
sobre la validez, así como sobre el momento de la introducción
de las pruebas.
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Las
limitaciones para la implementación, aún si los
oficiales locales están dispuestos a ejecutar una medida
o un programa, son muchas. Gadomski et al. (1990) usan un modelo
de cinco componentes para explorar algunas dificultades en la
implementación. Es útil comparar este enfoque
con el modelo de Hogwood y Gunn de implementación ‘perfecta’
(ver página 1). Gadomski et al. sugieren que la implementación
puede enfrentar problemas en estas cinco etapas diferentes.
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INSUMOS
La interfase de la tecnología con condiciones de campo
puede precipitar problemas: por ejemplo, la sensibilidad en
la temperatura de las vacunas y las fallas en la cadena fría,
la falta de keroseno para mantener las refrigeradoras funcionando.
Las tecnologías pueden perder su eficacia –la resistencia
a la medicina contra la malaria es un ejemplo. Las tecnologías
son tan efectivas como quienes las entregan: los errores, la
falta de precisión o la selección de un mal momento
(inmunizaciones en edades incorrectas) pueden llevar a una ejecución
inadecuada.
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PROCESO
El proceso de implementación involucra la interacción
entre la comunidad y el servicio de salud, así como entre
el proveedor y el receptor. La atención o la información
de mala calidad, la grosería, la falta de comunicación,
junto con los problemas de recursos de incentivos, la motivación,
el apoyo y la supervisión, pueden intervenir para hacer
que una implementación exitosa se descomponga o se pierdan
oportunidades para intervenir.
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PRODUCTOS
Más que contar los productos directos (cantidad de inmunizaciones
o soluciones de rehidratación oral entregadas), los productos
que cuentan el uso efectivo por parte del receptor son una mejor
prueba de utilidad. Pero el uso efectivo suele requerir cambios
de conducta y estos pueden ser demasiado difíciles de
iniciar y mantener. Las madres pueden saber cómo hacer
y usar las soluciones de rehidratación oral, pero también
pueden tener que reconocer las condiciones bajo las cuales tales
soluciones son útiles y tener los ingredientes, el tiempo
y la motivación para alimentar a los niños enfermos
con la solución. Tienen que reconocer la necesidad de
continuar llevando a los niños (no solo a los bebés)
a ser inmunizados.
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RESULTADO
La cobertura efectiva significa llegar a los más necesitados
de intervención o a los de más alto riesgo. Estos
suelen ser los grupos más difíciles de encontrar,
por el lugar donde viven, o por razones socio-económicas
o culturales. Las familias pobres pueden tener dificultad para
conseguir el tiempo y el costo de traslado a una clínica.
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IMPACTO
Al final de la línea de la implementación, quedan
muchas limitaciones, incluyendo limitaciones biológicas,
que atenúan el impacto que las intervenciones pueden
tener para reducir la mortalidad. Hay múltiples causas
de muerte y las intervenciones solo pueden lidiar con algunas
de ellas. La inmunización puede simplemente atrasar la
muerte de un niño frágil que sucumbe, no ante
una enfermedad infecciosa, sino ante una combinación
de diarrea y malnutrición.
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Y
finalmente, la implementación puede ser resistida a nivel
organizacional, dependiendo de la fuente del ímpetu para
el cambio o la reforma. Martin (1992) sugiere un esquema de
cuatro dimensiones para describir el proceso de implementación
del cambio dentro de las organizaciones (y puede aplicarse a
los ministerios de salud). La primera es la dimensión
empírico-racional, que es, naturalmente, un enfoque para
solución de problemas lógico, secuencial y lineal.
La segunda está diseñada como un enfoque de ‘sistemas
sociales’, que hace énfasis en las interrelaciones humanas
y los aspectos interpersonales del cambio. Subraya la importancia
de comprender las implicaciones del cambio y de una consulta
completa con todos los intereses dentro de la organización
y en las sub-unidades de la organización. La tercera
dimensión es la política del poder, determinada
por el poder relativo de las partes rivales interesadas afectadas
por el cambio y menos por algún enfoque de solución
de problemas racional o participativo hacia el cambio. La última
dimensión –que Martin llama idea de valores- ha sido
subestimada pero merece mayor atención. Esta dimensión
incluye un llamado a una nueva idea, basada en valores explícitos.
Ofrece una nueva perspectiva de propósito y compromiso
y puede afirmar una misión nueva o renovada y una base
de valores.
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Dependiendo
de cuál dimensión de cambio se emplee, los distintos
actores serán importantes. En el modelo empírico-racional,
donde la solución del problema es la fuerza directriz,
los técnicos o expertos profesionales, los investigadores
y las personas en posiciones de autoridad formal estarán
de primeros. En el modelo de sistemas sociales, los facilitadores
adiestrados, los comunicadores y los representantes usarán
la habilidad de unir y fomentar la acción consensual.
En el modelo de política del poder, los cabilderos y
los negociadores se unirán a aquellos que parecen tener
poder; y finalmente, en el modelo de idea de valores los líderes
del cambio serán las personas con fuerza moral, con sentido
de compromiso, líderes aceptados o líderes nuevos,
y personalidades carismáticas. La implementación
del cambio dependerá, por lo tanto, en alguna medida,
de la cultura de la organización o la institución.
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¿Afecta
el tipo de políticas su implementación?
Las
grandes decisiones políticas (políticas macro
o sistémicas), que tratan de introducir cambios en las
relaciones y las conductas sociales y económicas, pueden
ser difíciles de implementar por la fuerte resistencia
que enfrentan, tal vez porque los intereses particulares están
amenazados. Los regímenes pueden ser derrocados si las
élites importantes resienten la introducción de
grandes cambios.
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Aún
con políticas micro o sectoriales, la mayoría
de los gobiernos serán bastante cautelosos respecto a
la introducción de políticas si esperan una reacción
fuerte. Pero pueden utilizar una serie de tácticas para
disipar la reacción, como pasar la responsabilidad a
las autoridades locales de la implementación de las políticas,
esperando que cualquier respuesta negativa permanezca localizada.
Ciertas características de las políticas pueden
hacer la implementación más fácil o más
difícil (Cleaves 1980). Algunas de estas características
han sido discutidas antes en este capítulo como implementación
‘perfecta’.
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Cuando
las políticas tienen características técnicas
simples, es más fácil introducirlas que cuando
son complejas. Si el conocimiento y la tecnología ya
existen, nadie tiene que ser capacitado para usar nuevo equipo
técnico, no se tienen que asignar recursos ni comprar
equipo. En el caso de la fluorización, mencionado antes,
había técnicas bastante complejas para agregar
flúor al agua y se percibían peligros si se agregaba
demasiado flúor. Esto dio fuerza a quienes alegaban sobre
los peligros de la fluorización
y luego paralizaron la implementación.
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Si
las nuevas políticas solo requieren un cambio marginal
del status quo, los riesgos de error son menores, el grado de
información requerida es menor y el capital y otros costos
son menores. Como dijo Lindblom, es más fácil
lograr acuerdo sobre los cambios incrementales, excepto que
se vivan situaciones específicas de crisis. Es claro
que la introducción de un sistema de seguros de salud
para elevar el ingreso del sistema de salud es un paso mucho
más grande que aumentar las tarifas vigentes por consulta.
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Si
las políticas van a ser implementadas por un actor,
y no depende de la colaboración o la coordinación
con oficiales de otros sectores o ONG, también los encargados
de la implementación tienen más control sobre
la ejecución. En el caso del cambio legislativo sobre
los hogares de niños en Uganda, al menos dos ministros
estaban involucrados –el Ministro de Rehabilitación Social
y el Ministro de Salud- más otros cuerpos nacionales
como el Concejo Nacional de Servicios Sociales Voluntarios,
el Foro de Agencias de Atención de la Niñez (representando
los hogares de los niños) y una ONG extranjera, el Save
the Children Fund (Reino Unido). Cuando solo el ministerio de
salud está a cargo de la implementación, es más
probable que el proceso sea más fácil, aunque
esta no es de ninguna manera una condición suficiente
para una implementación exitosa.
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Lo
mismo ocurre si las metas de las políticas están
claramente declaradas y si hay un objetivo principal.
En el campo de la población ha habido a veces considerable
confusión sobre las metas que cubren los derechos y/o
la salud reproductiva de las mujeres, el derecho a no tener
hijos no deseados, el control de la población hoy para
beneficio de la próxima generación y otras. Yishai
(1993) examina la formulación e implementación
de las políticas sobre el aborto en Israel, mostrando
cómo habían fracasado por la incompatibilidad
de las metas de las políticas: restringir las tasas de
natalidad en la población árabe y fomentar la
fecundidad en la población judía.
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Finalmente,
conforme más pronto pueda ser introducida una política,
más probable es que la incertidumbre sea reducida a un
mínimo. La implementación de corta duración
significa que es menos probable encontrar resistencia organizada,
nuevos actores que entren en escena, cambios de liderazgo y
distorsión de las políticas.
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Este
último factor fue una característica fundamental
en la implementación exitosa de las políticas
radicales sobre medicinas introducidas en Bangladesh en 1982,
como se describe a continuación en el caso 8.1. La rápida
implementación de las políticas hizo que los grupos
de interés fueran tomados por sorpresa de alguna manera
y tuvieron poco tiempo para organizar su oposición a
las políticas.
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Caso
8.1 La prohibición de 1,600 medicinas: logrando el
cambio mediante una implementación rápida
Cuando
el General y Jefe del Ejército H. M. Ershad tomó
el poder después del golpe militar en Bangladesh en 1982,
usó la oportunidad presentada por el nuevo ambiente político
para introducir un cambio radical en las políticas de
medicinas. Cuatro semanas después del golpe estableció
un comité de expertos de ocho miembros para tratar los
problemas en la producción, distribución y consumo
de productos farmacéuticos. Menos de tres meses después
el Estatuto (de Control) de Bangladesh de 1982 fue promulgado
como una Declaración de Ershad, basado en un conjunto
de 16 lineamientos que regularían el sector farmacéutico.
El principal objetivo del estatuto era reducir ‘el desperdicio
del intercambio extranjero mediante la producción y/o
importación de medicinas innecesarias o medicinas de
valor marginal’ (Reich 1994). Las políticas para las
medicinas debían aplicarse en el sector privado y público
y se creó un formulario nacional restringido de 150 medicinas
básicas más 100 medicinas suplementarias para
uso especializado. Más de 1,600 productos considerados
‘inútiles, no efectivos o dañinos’ fueron prohibidos.
La
formulación de políticas sobre medicinas básicas
fue iniciada internamente por un grupo de médicos interesados
y otras personas cercanas al nuevo presidente. Entre ellas estaba
un médico bien conocido, Zefrullah Chowdhury, quien había
establecido el proyecto de atención de la salud Gonoshasthaya
Kendra (GK) poco después de la independencia de 1971.
Entre otras actividades empezadas por GK estaba una fábrica
para manufactura de medicinas básicas. La producción
empezó en 1981 y en 1986 GK Pharmaceuticals Ltd tenía
más de 300 trabajadores y estaba produciendo más
de veinte productos farmacéuticos. Como miembro del comité
de expertos Chowdhury fue luego acusado de promover los intereses
de GK Pharmaceuticals en el comité. Tal vez más
importante que quién estaba en el comité era quien
no estaba. La Asociación Médica de Bangladesh
(BMA) estaba representada por un miembro de su subcomité
farmacéutico, pero el Secretario General de la BMA no
fue oficialmente consultado por sus conexiones con una corporación
farmacéutica transnacional (Chowdhury, citado por Reich
1993). La industria farmacéutica no estaba representada.
Se dijo que su presencia atrasaría y distorsionaría
el proceso de desarrollo de las políticas. Aunque esto
tenía la ventaja de acelerar la formulación de
políticas en el corto plazo, significaba que la implementación
era probable que enfrentara dificultades a largo plazo.
La
reacción y el antagonismo al Estatuto fueron inmediatos.
El cuerpo representante de las compañías de medicinas
domésticas y transnacionales, el Bangladesh Aushad Shilpa
Samity (BASS) empezó una campaña publicitaria
contra las políticas nacionales de medicinas, llamándolas
una ‘conspiración contra la industria de medicinas del
país’ (Chetley 1992: 17). Los embajadores de EEUU, Francia,
el Reino Unido, Alemania y Holanda reclamaron al Presidente
sobre las restricciones al libre comercio (Wolffers 1992; 94).
Puesto que el 80% de la ayuda a Bangladesh provenía de
esas fuentes, estas visitas para oponerse a las políticas
no podían ser ignoradas por el gobierno (Reich 1993).
El Banco Mundial también expresó preocupación
por lo que se percibía como una característica
restrictiva de las políticas. En abril de 1992, Abid
Hassan, líder de la Unidad de Industria y Energía
del Banco, envió una carta al gobierno de Bangladesh
recomendando fuertemente que contemplaran eliminar el control
de precios, las restricciones a las importaciones y la regulación
de compañías extranjeras. Esta recomendación,
sin embargo, tenía en su contra otra unidad dentro del
Banco, la Unidad de Población y Salud, que apoyaba las
políticas nacionales de medicinas y estaba a favor de
la legislación racional de las medicinas. Hassan fue
obligado a bajar el tono de sus recomendaciones. El Banco Mundial
ha aclarado desde entonces sus políticas respecto a las
medicinas, reconociendo la necesidad de reducir el desperdicio
y la ineficiencia (Banco Mundial 1993). Otras agencias, como
la OMS, apoyaron públicamente las políticas y
varias ONG internacionales también hablaron bien sobre
las políticas de Bangladesh diciendo que eran valientes
y progresistas, reforzando así la credibilidad del gobierno.
Las
políticas promovieron la producción doméstica
de manera que las compañías nacionales de medicinas
prosperaron. Sus propias preocupaciones fueron acalladas una
vez que vieron la implementación funcionando a su favor.
La producción local de medicinas aumentó y en
1986 un 80% de las medicinas básicas fueron manufacturadas
localmente comparado con un 30% en 1981. El valor de la producción
aumentó. Los precios de algunas medicinas básicas
bajaron hasta en un 75%. En 1986 las compañías
de medicinas nacionales se habían retractado de sus críticas
iniciales y apoyaban abiertamente las políticas nacionales.
BASS aceptó que el Estatuto de Control de Medicinas había
beneficiado ‘no solo la industria farmacéutica sino el
público en general’ (Chetley 1992: 36).
Las
ganancias no eran universales, sin embargo. Los problemas logísticos
impedían la implementación. Había contrabando
de medicinas prohibidas e ilegales y ese mercado negro era difícil
de controlar. El control de calidad de las medicinas manufacturadas
también fue un problema. En 1992 había solo 35
inspectores en toda la Administración de Medicinas para
dar seguimiento a la calidad y no daban abasto para la expansión
de la industria nacional. A mediados de los ochenta Ershad hizo
algunas concesiones a la industria mediante enmiendas formales
a las políticas de medicinas, permitiendo, por ejemplo,
el regreso de algunos productos prohibidos (Reich 1993).
En
1990 el Presidente Ershad intentó introducir nuevas reformas
de salud como un primer paso hacia el sistema de salud nacional.
Aunque las políticas pasaron en forma unánime
por el parlamento, fueron rechazadas fuertemente por el BMA
y una huelga de médicos de 72 horas fue una de las medidas
utilizadas para expresar descontento. La oficina de GK en Dhaka
fue incendiada, probablemente porque fue identificada con el
Estatuto de medicinas así como con las nuevas políticas
de salud (Wolffers 1992: 1993). En parte como resultado de la
huelga, en parte por el desorden y la inestabilidad económica,
Ershad fue obligado a renunciar. El nuevo gobierno que asumió
el poder después de las elecciones parlamentarias de
1991 estableció un nuevo comité para revisar las
políticas de medicinas nacionales. Los políticos,
la BMA, los representantes de la industria de medicinas, los
distribuidores y los farmacéuticos estaban representados
en el comité. Las políticas de medicinas nacionales
siguieron en pie, pero en 1993 no estaba claro cuáles
cambios se harían.
La
implementación de las políticas de medicinas en
Bangladesh destaca la importancia de aprovechar el momento oportuno
en la formulación e implementación de las políticas.
Ershad pudo introducir un cambio radical en las políticas
farmacéuticas al principio de su régimen, durante
un momento de optimismo y apertura. Tuvo el apoyo de grupos
específicos dentro del país, que tenían
fuertes conexiones internacionales. Actuando rápido,
Ershad evitó que se formara resistencia, y debido a que
una parte de la industria se benefició, la hostilidad
fue moderada. Unos ocho años después no pudo introducir
otro cambio radical en las políticas de salud, y de hecho,
el intento, al menos parcialmente, condujo a su remoción
del gobierno (Reich 1994).
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En su análisis de las reformas de políticas, Grindle
y Thomas (1991) llaman la atención sobre el impacto de
las políticas y su visibilidad. Entonces, si el costo
o el peso de la reforma es muy pesado para el público,
o para los grupos de interés, ellos sugieren que la oposición
emerge durante la implementación. Las reformas que imponen
costos ampliamente dispersos directamente sobre el público
también generan beneficios que frecuentemente no son
comprendidos o apreciados. La eliminación de subsidios
para alimentos básicos –maíz o pan, por ejemplo-
son políticas que a menudo han topado con mucha resistencia
de la población durante la década pasada. La gente
no reconoce los supuestos beneficios de eliminar subsidios para
estimular el mercado: responden al efecto negativo sobre su
presupuesto familiar.
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La
visibilidad de la reforma puede afectar también la reacción
pública. Si un cambio de políticas no requiere
muchos recursos administrativos o destrezas de alta tecnología
para sostenerse, es más probable que sea implementado.
Conforme más se puedan implementar por sí mismas
las reformas, más probable es que sean ejecutadas sin
dificultad. La devaluación no requiere nuevas técnicas
o procedimientos administrativos, ni tampoco elevar los costos
por servicios hospitalarios. Sin embargo, las reformas que pueden
ser introducidas rápidamente pueden tener un impacto
muy sentido e inmediato y si la reforma es percibida por el
público como que se ajusta a sus intereses (por ejemplo,
más derechos para los consumidores) puede movilizar apoyo
para el gobierno. Si se percibe como negativa y tiene un impacto
rápido, puede haber respuesta violenta (motines o demostraciones).
La legitimidad del régimen puede tener un efecto importante
sobre la medida en que el estado mantiene a raya tales demostraciones
de oposición a las políticas.
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Sin
embargo, cuando la reforma de políticas está bastante
determinada por el terreno del gobierno y absorbida dentro de
él, son los administradores, las autoridades normativas
y los oficiales quienes pueden ganar o perder con la reforma.
Los beneficios para la población son a largo plazo y
pueden no ser visibles claramente. Por ejemplo, la reorganización
de los servicios de salud primarios conducirá a una mayor
accesibilidad a la atención en el largo plazo, pero no
en el corto plazo. Por lo tanto, el público puede beneficiarse
a largo plazo de la reorganización de un ministerio o
de la creación de un sistema de atención primaria
de la salud, pero el impacto directo es asumido por los oficiales,
los administradores y los profesionales de la salud que tienen
que cambiar los antiguos hábitos y reglamentos institucionales,
así como renunciar a antiguos estilos de seguridad, control
y responsabilidad. Si la oposición surge en la burocracia,
la implementación puede atrasarse hasta detenerse. Los
administradores tienden a comprender los costos mucho antes
de que el público reconozca los beneficios y a menos
que las autoridades normativas (los políticos) puedan
movilizar algún apoyo de contrapeso para las política
en el terreno público, no es probable que las políticas
sean implementadas de la manera esperada.
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Una
estrategia para la implementación
Hasta
aquí hemos sido más bien discursivos respecto
a la implementación de las políticas. Lo que parece
claro de los análisis de las políticas es que
la mayor atención se centra en la formulación
de las políticas – en el diálogo sobre políticas
entre las autoridades normativas internacionales y nacionales
y entre burócratas y políticos a niveles nacionales.
Parece existir un supuesto de que el destino o los administradores
realizarán los cambios deseados en las políticas
y que hay poca razón para una estrategia específica
para la implementación. Los analistas dicen que
en
muchos casos, las reformas han sido procuradas cuando los
recursos administrativos o políticos para implementarlas
no existían. El resultado ha sido generalmente una
mala asignación de recursos, un desperdicio de capital
político y la frustración de quienes apoyaron
la reforma y quienes se opusieron a ella (Grindle y Thomas
1991: 149).
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De
sus estudios de casos de reforma de salud en Niger y Nigeria,
Foltz (1992) concluye que una de las debilidades en la implementación
se debe al hecho de que las autoridades normativas nacionales
no parecían involucrarse en mucho análisis de
políticas antes de introducir las políticas. La
implicación es que si hubiera habido más análisis
del ambiente de las políticas, para valorar si existían
las condiciones para una implementación exitosa, muchos
errores se habrían evitado. El cambio de políticas
requiere recursos políticos, financieros, administrativos
y técnicos (Grindle y Thomas 1991) y aunque no todas
las políticas requieren todos estos recursos, es tarea
de las autoridades normativas valorar la disponibilidad de recursos,
y luego considerar cómo pueden ser movilizados. Examinemos
cómo pueden las autoridades normativas analizar cada
una de estas áreas para valorar en qué medida
será necesario movilizar recursos para asegurar una implementación
más efectiva.
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Recursos
políticos
Ciertas
preguntas ayudan a decidir cuáles recursos políticos
existen y si se necesita movilizar más. Las autoridades
normativas pueden preguntar, por ejemplo:
·
¿Cuánta legimitidad tiene el régimen? ¿Cuán
estable es? Si se cuenta con un amplio apoyo, el público
tiende a no levantarse para oponerse a un único cambio
de políticas, aunque tenga un impacto negativo y visible.
·
¿Es este cambio de políticas uno solo o es parte de
muchos cambios distintos (e impopulares)? La pregunta aquí
es, ¿serían estas políticas ‘la gota que derrama
el vaso?’. O ¿hay suficiente tiempo (antes de la próxima
elección, por ejemplo) para que el gobierno persuada
o reabastezca sus bases de apoyo políticas?
·
¿Cuán autónomo es el gobierno? Si el gobierno
depende de uno o dos grupos de interés poderosos, entonces
la pregunta de si esos intereses son afectados por cualquier
cambio de políticas se vuelve muy importante –especialmente
si ese grupo de interés son los militares. Los gobiernos
de coalición pueden agrupar muchos partidos pequeños
que pueden ser capaces de ejercer excesiva influencia bajo
ciertas condiciones.
·
¿Hay consenso entre las élites que favorecen el cambio
de políticas? ¿En qué medida las élites
comparten la percepción del gobierno sobre el problema?
¿Puede el gobierno confiar en el apoyo de los grupos élite
en la sociedad –desde los militares hasta la iglesia? Si la
oposición de las élites es acallada, entonces
la implementación es más probable.
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Los
gobiernos pueden por lo tanto anticipar el apoyo o la oposición
que hay para sus políticas. La importancia del apoyo
o la oposición potencial depende básicamente de
tres factores: ubicación, organización y status
socioeconómico, incluyendo alfabetismo. Si quienes apoyan
tienen un acceso geográfico fácil a las autoridades
normativas y a los forjadores de opinión como los medios,
su poder para influir en las políticas y en la implementación
es mayor que si están dispersos. Los residentes urbanos
casi siempre son tomados en cuenta en el cambio de políticas
–porque están tan cerca de las autoridades normativas.
Pueden ser movilizados más fácilmente que las
poblaciones rurales tanto para apoyar como para oponerse al
cambio de políticas.
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|
Los
grupos organizados alrededor de intereses comunes reaccionarán
rápido al cambio de políticas si amenaza su interés
propio. También pueden movilizar otros grupos. Grandes
propietarios de tierra de las Filipinas, aunque eran relativamente
pocos y de zona rural, fueron bien organizados para oponerse
a la reforma agraria y el gobierno nunca se atrevió a
alienarlos tratando de introducir cambios de políticas
agrarios. Los grupos contra el aborto fueron muy exitosos para
afectar las políticas gubernamentales de EEUU durante
los ochenta, aunque por razones ideológicas más
que por interés propio.
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|
El
grado en que la información sobre el cambio de políticas
se comprende y se usa depende, en alguna medida, de los niveles
de alfabetización y educación. Ayudan a determinar
la capacidad de lograr información rápidamente,
así como la capacidad de usarla para ejercer influencia.
Quienes pueden leer y conseguir información sobre los
cambios de políticas tienden a ser más capaces
de juzgar si el cambio afectará sus intereses y entonces
hacer algo al respecto. También podrán movilizar
la oposición y establecer vínculos con los medios.
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|
Las
autoridades normativas necesitan ser capaces de valorar el impacto
que puede tener el cambio de políticas y movilizar esas
fuerzas políticas a favor de la reforma, así como
contrarrestar aquellos que tienden a convertirse en una amenaza
significativa. Puede ser necesario atrasar la implementación
de la reforma mientras el gobierno introduce un proceso educativo,
o incluso una campaña de medios, para explicar y persuadir
a la población de la necesidad del cambio.
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Recursos
financieros, administrativos y técnicos
Además
de los recursos políticos, las autoridades normativas
pueden tener que movilizar los recursos financieros, administrativos
y técnicos para sustentar la implementación de
las políticas.
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RECURSOS
FINANCIEROS Puede ser imposible garantizar la implementación
de las políticas sin recursos financieros, y para algunas
políticas estos pueden ser más fáciles
de conseguir que para otras. Por ejemplo, cualquier cosa relacionada
con reformas liberales de políticas –como reforma en
el sector salud- es probable que logre atraer algún financiamiento
externo de donantes en el clima ideológico de los noventa.
En los ochenta, la UNICEF y USAID estaban contentos apoyando
programas que promovían las intervenciones GOBI, pero
estaban menos interesados en apoyar a otras, tales como educación
de la salud o esquemas de apoyo de ingresos. Sin embargo, después
de los conflictos de Uganda, los donantes estaban menos interesados
en la reforma integral del sistema de salud y más en
la reconstrucción de los servicios de salud físicos.
Tanto el gobierno central como los donantes temen condiciones
en las que el desfalco de fondos o la corrupción a nivel
local conduzca a la desaparición de recursos. En las
situaciones de incertidumbre o inestabilidad, las finanzas pueden
estar muy limitadas. En Uganda, las comunidades y los trabajadores
de la salud enfatizaron que los salarios bajos tenían
un efecto significativo en la calidad y accesibilidad de los
centros de salud, pues los trabajadores de salud a menudo se
ausentaban de sus puestos en busca de fuentes de ingreso alternativas
(Macrae et al. 1993).
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RECURSOS
ADMINISTRATIVOS El control del presupuesto, la contratación
del personal, el control de los servicios de apoyo, son aspectos
importantes del poder burocrático. Cuando se introducen
las políticas y traen recursos extra (de fuentes internas
y externas), los burócratas pueden ser muy colaboradores
debido al aumento en los recursos administrativos ganados con
las nuevas políticas, pero pueden también guardar
celosamente esos recursos. Como vimos antes en este capítulo,
los administradores de salud de Ghana estaban contentos apoyando
campañas masivas por los recursos extra que traían.
Las destrezas administrativas también son un recurso
importante y cuando esto falta, la implementación puede
ser lenta o distorsionada.
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RECURSOS
TÉCNICOS La capacidad para el análisis técnico
es un recurso importante y su disponibilidad puede ser valorada
por los oficiales que están considerando la introducción
de una reforma. Obviamente hay muchas formas de capacidad técnica
para evaluar un cambio político. Probablemente lo más
difícil de obtener es la capacidad para el análisis
de políticas. A menudo consiste en el conocimiento de
las autoridades normativas de lo que es factible. La introducción
de sistemas de seguros de salud o el ministro de salud que asume
una función reguladora donde esta casi no ha existido
antes, necesita información y sistemas técnicos
y administrativos básicos que pueden ser escasos o no
existir del todo. Puede requerirse un esfuerzo considerable
en capacitación, recolección de información,
trabajo con consultores o asesores, para ganar competencia técnica
para ejecutar nuevas políticas.
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Revisar
los recursos –políticos, financieros, administrativos
y técnicos- ofrece a las autoridades normativas una forma
sistemática de valorar lo que está disponible
y lo que no lo está, para apoyar el proceso de implementación.
El análisis de los recursos relevantes también
permite valorar la oposición. Sin embargo, el contexto
del cambio también es importante. Si el cambio político
es interno, puede haber suficiente apoyo de grupos involucrados
en la formulación, para llevar las políticas a
través de la implementación. Sin embargo, si el
cambio de políticas es impuesto, el proceso de formulación
e implementación puede ser muy diferente.
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Conclusiones
Resumiendo,
hay dos asuntos claros. Primero, la implementación no
puede ser vista como parte de un proceso de políticas
lineal o secuencial, en el cual el diálogo político
ocurre en la etapa de formulación de las políticas,
y la implementación es asumida por los administradores.
Es un proceso interactivo complejo, en el cual los propios encargados
de la implementación pueden afectar la forma como se
ejecutan las políticas, y tienen un papel activo en la
formulación del cambio y la innovación. Sin embargo,
la experiencia sugiere que en mundo real suele darse una separación
importante entre la formulación de las políticas
y su implementación, con poca atención a las realidades
de poner en práctica las políticas.
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Segundo,
para evitar la brecha entre la formulación de las políticas
y su implementación, todas las autoridades normativas
deberían comprometerse en el análisis de políticas
que incluya una estrategia de implementación: tomando
en cuenta las posibles objeciones del público y de la
burocracia gubernamental, así como los aspectos financieros,
administrativos y técnicos de las políticas.
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