Revisión sobre anticoncepción de emergencia (AE)Fuente: Biblioteca Cochrane
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La siguiente revisión sistemática sobre anticoncepción de emergencia ha sido extraída de la Biblioteca Cochrane
Intervenciones para la anticoncepción de emergencia
Cheng L, Gülmezoglu AM, Ezcurra E, Van Look PFA
Esta revisión debe ser citada como: Cheng L, Gülmezoglu AM, Ezcurra E, Van Look PFA. Intervenciones para la anticoncepción de emergencia (Cochrane Review). In: The Cochrane Library, Issue 1, 2004. Oxford: Update Software. A substantive amendment to this systematic review was last made on 17 Marzo 1999. Cochrane reviews are regularly checked and updated if necessary.
Resumen
Antecedentes: La anticoncepción de emergencia implica el uso de un medicamento o dispositivo como medida de emergencia para evitar un embarazo después de tener relaciones sexuales sin protección. Es un método que, excepto en algunos países de Europa Occidental, aún se utiliza con muy poca frecuencia. En muchos países en vías de desarrollo no resulta sencillo acceder a un método de anticoncepción de emergencia; esto puede eventualmente dar como resultado que una mujer deba someterse a un aborto inseguro, factor que contribuye significativamente a la morbimortalidad materna. Actualmente, se encuentran disponibles diferentes tipos de intervenciones para la anticoncepción de emergencia (por ejemplo, progestágeno solo, mifepristona, danazol, etc.).
Contar con información sobre la eficacia comparativa, la seguridad y la conveniencia de un método anticonceptivo de emergencia es crucial para los prestadores de salud reproductiva y sus pacientes.
Objetivos: Determinar el método de anticoncepción de emergencia más efectivo, seguro y conveniente para la prevención del embarazo después de tener relaciones sexuales sin protección. Estrategia de búsqueda: La estrategia de búsqueda incluyó búsquedas electrónicas en el Registro Cochrane de Estudios Clínicos Controlados (Cochrane Controlled Trials Register), Popline, bases de datos biomédicas de China y la base de datos de anticoncepción de emergencia de Reproducción Humana (HRP, Human Reproduction). Fecha de la última búsqueda: 1998. Además, se buscaron referencias de los artículos obtenidos, se contactó a investigadores expertos en el tema y a dos compañías farmacéuticas.
Criterio de selección: Se consideró elegibles a aquellos estudios aleatorizados o cuasi aleatorizados que incluyeran mujeres que acudían a los servicios de salud para recibir anticoncepción de emergencia después de una sola relación sexual sin protección.
Recopilación y análisis de datos: Dos revisores extrajeron por duplicado información sobre los resultados y las características de los estudios clínicos. Los resultados se expresaron en términos de riesgo relativo mediante un modelo de efectos fijos, con un intervalo de confianza del 95%. Resultados principales: Se incluyeron 15 estudios clínicos en la revisión, la mayoría de los cuales (8/15) se llevaron a cabo en China. En general, las comparaciones entre intervenciones incluyeron uno o dos estudios clínicos, aunque algunos se midieron adecuadamente mediante cálculos de potencia estadística. Aparentemente, la efectividad de levonorgestrel resultó ser superior a la del tratamiento Yuzpe (dos estudios clínicos, riesgo relativo: 0,51; intervalo de confianza del 95%: 0,31 a 0,84) y con una menor incidencia de efectos secundarios (riesgo relativo: 0,80; intervalo de confianza del 95%: 0,76 a 0,84). En un estudio de gran magnitud realizado en China, el levonorgestrel demostró ser menos efectivo que la mifepristona fabricada en ese país (riesgo relativo: 2,17; intervalo de confianza del 95%: 1,00 a 4,77). Se observó que, aparentemente, la efectividad de diferentes dosis de mifepristona era similar, pero la frecuencia del retraso en el inicio del período menstrual subsiguiente aumentaba con una dosis mayor.
Conclusiones de los revisores: El levonorgestrel y la mifepristona parecen ofrecer la más alta eficacia con un perfil de efectos secundarios aceptable. Una de las desventajas del uso de mifepristona es que origina un retraso en el inicio de la siguiente menstruación, lo que puede provocar ansiedad en la mujer. Ahora bien, este efecto parece estar relacionado con la dosis utilizada; emplear dosis bajas minimizaría el retraso y no comprometería la efectividad. Sería recomendable realizar en estudios futuros una comparación de efectividad entre la mifepristona y el levonorgestrel.
Antecedentes
Un embarazo no deseado es un problema frecuente. Anualmente, se interrumpen cerca de 50 millones de embarazos antes de término en el mundo (Van Look 1995).
Los métodos estándares utilizados para abordar este problema han sido la prevención primaria (anticoncepción) y, en menor medida, la inducción del aborto. Debe tenerse en cuenta que, durante mucho tiempo, anticoncepción sólo se refería a las medidas anticonceptivas previsoras.
Por lo tanto, la definición de prevención primaria de un embarazo no deseado podría y debería expandirse para incluir también la anticoncepción post hoc (Grimes 1997).
La anticoncepción de emergencia se define como un medicamento o dispositivo que se utiliza como medida de emergencia para prevenir un embarazo luego de tener relaciones sexuales sin protección. A partir de esta definición se infiere que son métodos de anticoncepción que se utilizan después de la relación sexual pero antes de que se produzca el embarazo.
Debe tenerse en cuenta, además, que se trata de técnicas de uso alternativo y ocasional, no de una forma periódica de anticoncepción (Van Look 1993). Por otro lado, deberían evitarse ciertos términos que a menudo se utilizan para describir este método, por ejemplo, "píldora de la mañana siguiente" y "píldora para después del sexo", ya que pueden ocasionar confusión con respecto al momento en que se deben tomar y a su propósito.
El término anticoncepción de emergencia significa que es algo que no se ha de usar de rutina (existen métodos mucho más efectivos), pero que puede evitar un embarazo cuando otras opciones han fallado o cuando no se utiliza anticoncepción periódica (Webb 1995).
Debe recordarse que ningún método anticonceptivo es 100% confiable y que pocas personas los utilizan de manera correcta cada vez que tienen relaciones sexuales. Es un tipo de anticoncepción que suele resultar útil también en casos de agresión sexual.
Se calcula que, sólo en EE.UU., el uso generalizado de la anticoncepción de emergencia podría llegar a prevenir más de 1 millón de abortos y 2 millones de embarazos no deseados que llegan a término por año (Trussell 1992). La mayoría de los obstetras y ginecólogos estadounidenses conocen de la existencia de estas técnicas, sin embargo, la prescriben en muy contadas ocasiones. Sólo un porcentaje mínimo (1%) de mujeres en ese país informa haber utilizado alguna vez este tipo de anticoncepción (Delbanco 1997).
Son procedimientos que, excepto en algunos países de Europa Occidental, aún se utilizan con muy poca frecuencia. En muchos países en vías de desarrollo no resulta sencillo acceder a un método de anticoncepción de emergencia; esto puede, eventualmente, dar como resultado que una mujer deba someterse a un aborto inseguro, factor que contribuye significativamente a la morbimortalidad materna.
A pesar de que no se trata de métodos nuevos, no fue sino hasta la aparición de los tratamientos hormonales a partir de la década de 1960 que se convirtieron en técnicas realmente confiables.
A finales de los años setenta y principio de los ochenta, luego de la presentación de los estrógenos de dosis altas, se volvió muy popular un tratamiento denominado Yuzpe (Yuzpe 1977). Este método combina el uso de estrógeno (100 microgramos de etinilestradiol) y progestágeno (0,5 mg de levonorgestrel o 1 mg de dl-norgestrel) en dos ocasiones con 12 horas de intervalo; se administra la primera dosis dentro de las 72 horas posteriores a la relación sexual sin protección. Actualmente, se encuentran disponibles varias intervenciones diferentes para la anticoncepción de emergencia (Glasier 1997).
Fue debido al reciente interés en el desarrollo de tratamientos alternativos que se han realizado pruebas con progestágeno como único agente, la antigonadotropina danazol y el antiprogestágeno mifepristona (RU 486). Al igual que el tratamiento Yuzpe, se recomienda que estos métodos se utilicen dentro de las 72 horas posteriores a la relación sexual sin protección, aunque, sólo con fines de investigación, también se ha evaluado la mifepristona hasta 120 horas (cinco días) después.
La inserción posterior a la relación sexual de un dispositivo intrauterino anticonceptivo es una opción hasta cinco días después del tiempo estimado de ovulación, y que puede dejarse en el útero como método anticonceptivo normal a largo plazo.
La tasa de embarazo de las mujeres que utilizan el tratamiento Yuzpe y levonorgestrel es de 0,2% a 3%, para estrógenos en dosis alta es de 0,3% a 1,6% y para el dispositivo intrauterino es de 0,0% a 0,1% (Van Look 1994).
Algunos de los principales efectos secundarios del uso de anticonceptivos hormonales de emergencia son náuseas y vómito, los cuales parecen ser más frecuentes cuando se recurre a tratamientos con estrógeno, como por ejemplo el Yuzpe y con estrógeno como único agente en dosis elevada, en comparación con un tratamiento de progestágeno o antiprogestágeno. La mifepristona, en cambio, puede retardar la menstruación. La inserción de un dispositivo intrauterino puede ocasionar molestias y exige personal capacitado e instalaciones adecuadas.
Generalmente, se recomienda no utilizar este dispositivo en mujeres con alto riesgo de enfermedades de transmisión sexual.
Contar con información sobre la eficacia comparativa, la seguridad y la conveniencia de un método anticonceptivo de emergencia es crucial para los prestadores de salud reproductiva y sus pacientes.
El objetivo de esta revisión es realizar una búsqueda sistemática y combinar toda evidencia obtenida de estudios clínicos controlados, aleatorizados y cuasi aleatorizados que se relacionen con la eficacia de los diferentes métodos anticonceptivos de emergencia.
Su propósito es ofrecer información de calidad sobre la cual basar recomendaciones para la práctica clínica y las investigaciones ulteriores. |